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Algunos problemas del lenguaje infantil: causas, signos y soluciones. Para ampliar tema 18 de Oposiciones de Infantil

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Problemas lenguaje infantil. Tema 18 Oposiciones Educación Infantil

El lenguaje es fundamental en el desarrollo infantil, pues abre las puertas al conocimiento y permite a los niños comunicarse y relacionarse con el mundo que les rodea​ . Sin embargo, no todos los pequeños desarrollan el habla al mismo ritmo. Identificar a tiempo cualquier retraso o dificultad es crucial, ya que una intervención temprana mejora notablemente el pronóstico.


Los niños no aprenden a hablar solos: necesitan interacción con adultos y otros niños para desarrollar sus habilidades comunicativas. Aun en entornos familiares estimulantes, puede ocurrir que un niño presente demoras en algunos hitos del lenguaje; las causas son variadas, por lo que es importante acudir a un profesional para evaluar cada caso de forma individual​


En este artículo abordaremos los problemas más frecuentes del lenguaje infantil desde una perspectiva teórica y práctica, describiendo sus causas y señales de alerta, y ofreciendo estrategias y consejos para docentes y familias que desean estimular el desarrollo del lenguaje de los niños tanto en el aula como en el hogar.


Problemas frecuentes del lenguaje infantil: causas y señales de alerta


En la etapa infantil pueden presentarse diversos trastornos del habla y del lenguaje. A continuación describimos los más comunes, sus posibles causas y cómo reconocer las señales de alerta en cada caso.


Retraso en el desarrollo del habla y del lenguaje


Algunos niños comienzan a hablar más tarde de lo esperado para su edad. Se denomina retraso del lenguaje cuando el niño sigue la secuencia típica de adquisición (balbuceo, primeras palabras, frases cortas), pero a un ritmo más lento que sus pares​. Si en cambio el desarrollo es atípico (por ejemplo, el niño domina unas habilidades lingüísticas pero otras no), estaríamos ante un trastorno del lenguaje propiamente dicho​ . En muchos casos la causa es desconocida (lo que se denomina trastorno del desarrollo del lenguaje cuando no hay origen claro)​ . Otras veces, el retraso en el habla puede asociarse a factores como pérdida auditiva, trastornos del espectro autista u otros problemas del desarrollo​ . Es importante aclarar que estos trastornos no se deben a una falta de inteligencia ni a pereza por parte del niño​ . Asimismo, un entorno con escasa estimulación lingüística (pobre interacción verbal) puede contribuir a demoras en la adquisición del lenguaje.


Signos de alerta de retraso del lenguaje: Los padres y educadores deben observar ciertos hitos comunicativos tempranos. Por ejemplo:


  • A los 12 meses: el bebé no utiliza gestos como señalar objetos o saludar con la mano​

  • Hacia los 2 años: el niño no combina dos palabras ni genera expresiones propias (solo repite lo que oye o se comunica señalando)​ . Además, puede no seguir instrucciones sencillas ni mostrar comprensión de palabras cotidianas​

  • .Entre los 2 y 3 años: el vocabulario es muy limitado (menos de 50 palabras hacia los 2½ años) y solo se comunica sus necesidades básicas con palabras sueltas​

  • A los 3 años: su habla resulta difícil de entender incluso para familiares cercanos; aproximadamente el 75% de lo que dice debería ser comprensible a esa edad​  (y cerca del 100% a los 4 años).


Ante cualquiera de estas señales, es recomendable consultar con un especialista. Un logopeda (terapeuta del lenguaje) podrá evaluar al niño y determinar si se trata de un simple retraso madurativo o de un trastorno que requiera intervención específica​


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Dificultades de pronunciación (Dislalia)


Muchos niños pequeños tienen problemas para articular ciertos sonidos del habla. La dislalia es un trastorno del habla común en edad preescolar, caracterizado por la dificultad o incapacidad de articular correctamente uno o más fonemas (sonidos) del idioma​ . En estos casos, el niño entiende lo que quiere decir, pero tiene problemas para ejecutar los sonidos de forma clara. Esto puede manifestarse como sustituciones, omisiones o distorsiones de sonidos en las palabras, afectando la claridad del habla​ . Por ejemplo, podría sustituir un sonido por otro ("tasa" en lugar de "casa"), omitir sonidos ("pio" en lugar de "piojo"), o pronunciar de forma incorrecta fonemas como la r o la s. Es normal que durante el desarrollo temprano todos los niños cometan errores de pronunciación; se considera patológico cuando persiste más allá de la edad esperada.


Generalmente, a los 4 años la mayoría de los fonemas deberían pronunciarse correctamente o al menos ser comprensibles para cualquier oyente​ . Sonidos más complejos como la “rr” o grupos consonánticos pueden terminar de pulirse hacia los 5-6 años. Si un niño de esa edad sigue teniendo un habla muy poco inteligible o errores articulatorios marcados, conviene evaluarlo. Las causas de la dislalia suelen ser funcionales: en la mayoría de casos no hay lesiones anatómicas ni problemas auditivos de fondo​ . Más bien, se debe a dificultades en el aprendizaje y coordinación de los movimientos del habla. Factores como un frenillo lingual corto, otitis frecuentes (que afecten la audición) o hábitos prolongados de chupete pueden influir en la articulación, pero por lo general la dislalia aparece sin una causa orgánica identificable.


Signos de alerta de dificultades de pronunciación:


  • Errores persistentes en sonidos específicos: el niño mayor de 4 años no pronuncia claramente ciertos fonemas (por ejemplo, r, s, l, ch) y esto altera sus palabras​

  • Sustituciones u omisiones de sonidos: al hablar, cambia o se “come” letras (dice “apu” en vez de “sapo”, “toa” en lugar de “toda”)​ . Estos errores son consistentes y no van desapareciendo con la edad.

  • Habla ininteligible para extraños: aunque los familiares logran entender gran parte de lo que dice por contexto, personas externas tienen dificultad para comprenderlo incluso después de los 4-5 años​ . El niño puede frustrarse porque otros no entienden su habla.


Si se observan tales signos, es importante buscar apoyo de un logopeda. Una detección temprana y tratamiento adecuado de la dislalia evita que el problema se cronifique y reduce el impacto en la autoestima y en futuros aprendizajes de lectoescritura​

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Trastorno de la fluidez (Tartamudez)


La tartamudez es otro problema frecuente del habla, que consiste en interrupciones involuntarias de la fluidez al hablar. Se trata de un trastorno del habla en el cual sonidos, sílabas o palabras se repiten o se prolongan más de lo normal, causando rupturas en el flujo de la conversación​ . Suele manifestarse entre los 2 y 5 años de edad, coincidiendo con la etapa en que el niño está desarrollando el habla de forma más acelerada​ . Muchos niños atraviesan un periodo de disfluencias normales (“tartamudeo evolutivo”) que desaparece por sí solo. Sin embargo, en algunos pequeños la tartamudez no desaparece y puede incluso empeorar con el tiempo, convirtiéndose en un trastorno crónico​ . La tartamudez del desarrollo es más común en niños que en niñas y tiende a ser hereditaria (hay frecuentemente antecedentes familiares)​ . No está causada por nerviosismo ni problemas emocionales, aunque la ansiedad puede agravarla. En raros casos, puede desencadenarse tras un trauma cerebral o emocional, pero esto es poco común​


Signos de alerta de tartamudez: A diferencia de otros trastornos del lenguaje, la tartamudez es fácilmente reconocible en la forma de hablar del niño. Preste atención a comportamientos como:


  • Repeticiones de sonidos o sílabas: el niño repite partes de las palabras, especialmente al comienzo (“pe-pe-pe-lota” en lugar de “pelota”)​ . A veces también repite palabras enteras o frases cortas involuntariamente.

  • Bloqueos y prolongaciones: se producen pausas o “atascos” en mitad de una palabra o estiramientos inusualmente largos de un sonido (“ssssssapo” por “sapo”)​ . El habla pierde su ritmo normal por estas interrupciones.

  • Tensión al hablar: el niño muestra esfuerzo físico al intentar decir una palabra; puede fruncir el ceño, tensar los labios o parpadear rápido, indicando la lucha por sacar las palabras​ . Situaciones de estrés o tener público pueden agravar estos síntomas​

  • Frustración o evitación: con el tiempo, el pequeño puede frustrarse al comunicarse o evitar hablar en ciertas situaciones por miedo a tartamudear​ . Puede quedarse callado o usar frases muy cortas para no trabarse.


Si la tartamudez persiste más de 3 a 6 meses, es aconsejable buscar ayuda profesional​ . Un logopeda especializado evaluará la severidad e indicará terapias para mejorar la fluidez. Es importante intervenir pronto, ya que el tratamiento temprano ofrece las mejores probabilidades de reducir la tartamudez y evitar que se vuelva un problema de por vida​


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Nota: Existen otros trastornos de la comunicación menos frecuentes en la infancia, como el mutismo selectivo (el niño habla en algunos contextos pero se inhibe por completo en otros) o trastornos pragmáticos del lenguaje (dificultades para usar el lenguaje en contextos sociales). También, condiciones como la hipoacusia (sordera) o la discapacidad intelectual pueden afectar significativamente el desarrollo del lenguaje. Siempre que un niño presente dificultades notables para comunicarse, independientemente de la causa, se debe consultar con especialistas para un diagnóstico preciso.





Estrategias prácticas para docentes y familias


Abordar los problemas del lenguaje infantil requiere un trabajo conjunto entre profesionales, docentes y padres. A continuación, se presentan estrategias prácticas que pueden aplicar tanto educadores en el aula como familias en el hogar para ayudar al niño a superar sus dificultades de lenguaje.


En el aula: estrategias para docentes


Los docentes desempeñan un rol clave en la detección e intervención temprana de las dificultades de lenguaje. Un maestro de educación infantil atento puede notar si un alumno no avanza al mismo ritmo que sus compañeros en la comunicación oral. De hecho, los profesores de preescolar deben estar alerta a las dificultades lingüísticas de sus alumnos y procurar desarrollar al máximo sus capacidades verbales​ . Algunas estrategias útiles para lograrlo son:


  • Detección y derivación temprana: Observar sistemáticamente el habla de cada niño en distintas situaciones (juegos, asambleas, relatos) y registrar cualquier señal de alerta. Si un alumno muestra claras dificultades para expresarse o comprender, informar a la familia y sugerir una evaluación con un especialista (logopeda o pediatra) cuanto antes. Una identificación precoz permite iniciar apoyos logopédicos en la etapa en que la plasticidad del lenguaje es mayor.

  • Ambiente comunicativo e inclusivo: Fomentar un clima de confianza en el aula donde el niño se sienta cómodo al hablar. Es fundamental tener paciencia y no ridiculizar los errores del niño, así como evitar que sus compañeros se burlen. Se puede establecer normas de respeto, por ejemplo que todos escuchen cuando alguien habla, sin interrupciones. El docente debe valorar los intentos de comunicación del niño (por simples que sean) y reforzar positivamente sus logros, para que gane confianza.

  • Apoyos visuales y auditivos: Acompañar la comunicación oral con elementos de apoyo. Por ejemplo, usar imágenes, pictogramas, gestos o señas para reforzar el significado de las palabras nuevas, facilitando la comprensión del niño con dificultades. También es útil hablar claramente y un poco más despacio, enfatizando las palabras clave, para modelar una pronunciación y entonación correctas. Estas adaptaciones benefician no solo al niño con trastorno de lenguaje sino a todo el grupo, haciendo el aprendizaje más accesible.

  • Actividades lúdicas de lenguaje: Integrar en la rutina escolar juegos y dinámicas que estimulen el habla. Canciones con gestos, rimas infantiles, adivinanzas sencillas y juegos como "Veo veo" o "Simón dice" invitan a todos los niños a practicar vocabulario y expresarse oralmente de forma divertida. La lectura diaria de cuentos en voz alta seguida de preguntas sobre la historia también ayuda a enriquecer el lenguaje. Estas actividades permiten al niño con dificultades participar sin presión, aprendiendo de la interacción con sus pares.

  • Coordinación con la familia y especialistas: Mantener una comunicación fluida con los padres sobre el progreso del niño y las estrategias empleadas. Si el niño recibe terapia de lenguaje, el docente puede colaborar reforzando en clase las pautas indicadas por el logopeda (por ejemplo, practicando cierto sonido o utilizando un cuadro de comunicaciones si lo tiene). Reuniones periódicas familia-escuela ayudan a unificar criterios y a que el niño perciba coherencia en todos sus entornos. Involucrar a orientadores escolares o equipos de apoyo psicopedagógico en caso necesario garantiza un abordaje integral del problema.



En el hogar: estrategias para familias


La familia es el entorno natural por excelencia para estimular el lenguaje. Los padres y cuidadores, con acciones sencillas en el día a día, pueden ayudar enormemente a su hijo a comunicarse mejor. Aquí se presentan algunas recomendaciones prácticas para fomentar el desarrollo del lenguaje en casa:


  • Hablar mucho con el niño desde bebé: Las conversaciones cotidianas son la base para un buen lenguaje. Háblele a su bebé aunque aún no hable; describa lo que están haciendo (“Ahora vamos a bañarte con agua calentita”) y responda a sus balbuceos imitando los sonidos. A medida que crezca, dialogue activamente con su hijo: haga preguntas abiertas que lo animen a expresarse más que con un “sí” o “no”​ . Por ejemplo, pregúntele “¿Qué crees que pasará si…?” o “¿Por qué te gustó ese cuento?”. Escuche con atención sus respuestas, déjele tiempo para encontrar sus palabras y muéstrele que le interesa lo que dice. Estas interacciones diarias enriquecen su vocabulario y le enseñan las reglas del diálogo (tomar turnos, escuchar y luego hablar).

  • Leer cuentos juntos todos los días: La lectura en voz alta es una de las actividades más poderosas para estimular el lenguaje infantil. Reserve unos minutos cada día para leer con su hijo un cuento, adecuado a su edad. Mientras leen, señale las ilustraciones, nombre objetos y pregúntele cosas sobre la historia (“¿Qué crees que siente el personaje?”) para involucrarlo. Está comprobado que la lectura de cuentos estimula la imaginación y la creatividad de los niños, fomentando a su vez el desarrollo del lenguaje​ . Los libros les exponen a nuevas palabras y estructuras de frases, ampliando su vocabulario y comprensión. Además, este momento compartido fortalece el vínculo afectivo y asocia el lenguaje con una experiencia placentera.

  • Juegos y canciones para divertirnos con las palabras: Incorpore el lenguaje a la hora de jugar. Cantar canciones infantiles, hacer rimas graciosas y jugar con las palabras permite al niño practicar sonidos y ritmo del habla de forma divertida​ . Juegos tradicionales como “Simón dice” (donde debe escuchar y seguir instrucciones) o “Veoveo” (adivinar objetos por su descripción) ejercitan tanto la comprensión como la expresión. También pueden jugar al “teléfono descompuesto” susurrando palabras, o inventar juntos rimas y trabalenguas sencillos. El juego simbólico (representar roles imaginarios con muñecos o disfraces) es excelente para el lenguaje: si el niño juega a las tienditas o a los superhéroes, acompáñelo e invente diálogos entre personajes, animándolo a participar. Durante el juego, póngase a la altura del niño y narre las acciones (“¡El auto va muy rápido, va a cruzar el puente!”), esto le da modelos de frases para imitar​ . Aproveche la motivación natural que tiene mientras juega, para introducir vocabulario nuevo y reforzar conceptos (colores, tamaños, acciones, etc.).

  • Refuerzo positivo y modelo correcto: Es fundamental tener paciencia y apoyar emocionalmente al niño en su esfuerzo por comunicarse. Evite corregirlo de forma negativa o decirle constantemente “así no se dice”; en su lugar, modele la forma correcta repitiendo la frase bien dicha en contexto. Por ejemplo, si el niño dice “ete pan”, usted puede responderle “¿Quieres este pan? Yo te doy este pan”. Así oye la pronunciación correcta de “este” sin sentirse regañado. Celebre sus intentos de hablar, aunque no lo haga perfectamente: sonría, mírelo y responda a lo que quiso decir, para que se sienta escuchado. Cuando logre decir una nueva palabra o mejorar alguna pronunciación, elogie su progreso (“¡Muy bien, dijiste zapato claramente!”). Esta actitud positiva le da confianza y motivación para seguir practicando. Si el niño se equivoca o se traba, no termine sus frases por él apresuradamente; es mejor darle unos segundos para que intente expresarse, mostrando que usted valora su mensaje más que sus errores

  • Apoyar las dificultades específicas (ej. tartamudez): Si su hijo presenta un problema particular del lenguaje, adapte su comunicación para ayudarlo. Por ejemplo, en caso de tartamudeo, los expertos recomiendan que los padres hablen de manera más lenta y relajada, para no apresurar al niño​ . Use un tono calmado y pausado en casa, creando un ambiente tranquilo donde el pequeño no sienta presión al expresarse. Escúchelo con paciencia, sin mostrar impaciencia ni completar sus oraciones​ . Mantenga el contacto visual y asienta con naturalidad, para que sepa que tiene tiempo de terminar a su ritmo. También es beneficioso dedicar diariamente un rato de atención individual, en el que el niño pueda conversar o jugar a solas con papá o mamá en un entorno seguro​ . Del mismo modo, si el niño tiene dificultades articulatorias, se pueden realizar en casa los ejercicios recomendados por el logopeda (por ejemplo juegos de soplar velas, mover la lengua como un péndulo, hacer sonidos de animales, etc. que suelen darse como práctica). Convertir estos ejercicios en un juego hará más probable que el niño los haga con gusto. Y siempre, ante cualquier duda o nuevo desafío, mantenga comunicación con el terapeuta o maestro de apoyo para alinear las estrategias de casa con las escolares.





Consejos para estimular el lenguaje en diferentes contextos

A continuación, se ofrecen consejos específicos para integrar la estimulación del lenguaje en las actividades y contextos cotidianos del niño:


  • En las rutinas diarias del hogar: aproveche momentos como la comida, el baño o al vestirse para enseñar palabras. Por ejemplo, nombre y describa los objetos de la casa (“Aquí está tu cuchara grande, vamos a ponerte la camiseta roja”) y pídale que señale o alcance cosas para usted. Cree pequeñas oportunidades de comunicación colocando algún objeto que quiera (su juguete o merienda) fuera de su alcance, de modo que deba pedir ayuda o señalarlo​ . Esto le anima a expresarse para conseguir lo que desea. Involúcrelo en tareas simples y dialogue sobre ellas (“Ayúdame a emparejar los calcetines – este es igual, ¿verdad?”). Las rutinas diarias, aunque parezcan mundanas, están llenas de vocabulario y situaciones para conversar con su hijo.

  • Durante la lectura de cuentos: al leer juntos, haga de la lectura un diálogo. Pídale que observe las ilustraciones y comente lo que ve. Haga preguntas sobre la historia (“¿Qué crees que va a pasar después?”) y responda a sus ocurrencias, incluso si se desvían del cuento. Dramatice voces de personajes para captar su atención e invite al niño a repetir alguna frase graciosa o sonido (por ejemplo, los “gruñidos” de un oso). Después de leer, anímelo a resumir con sus palabras lo que entendió o a imaginar un final alternativo. Este tipo de lectura participativa no solo mejora su comprensión lectora, sino que enriquece su lenguaje oral al practicar nuevas palabras y estructurar relatos.

  • En el juego y actividades al aire libre: los parques, plazas o incluso el patio de casa ofrecen un escenario ideal para que el niño experimente con el lenguaje. Cuando juegue con otros niños, anímelo a interactuar: puede empezar un juego de “a la pelota” diciendo “pásala” o invitar a un amigo a subir al tobogán con un “vamos juntos”. Si es tímido, usted puede modelar esas invitaciones inicialmente. Los juegos de imitación son también muy útiles: jueguen a imitar los sonidos de animales, los ruidos de los coches o aviones, etc., y luego conviertan esos sonidos en palabras y frases (“El perro hace guau guau, es un perro negro que corre”). En juegos de construcción o dibujos con tizas, pídale que le explique su creación, fomentando que narre lo que ha hecho. Igualmente, al aire libre señale elementos del entorno – plantas, colores del cielo, ruidos – y conversen sobre ello. El contexto lúdico y relajado hace que el niño practique el lenguaje casi sin darse cuenta, simplemente por la curiosidad y la diversión del momento.

  • Interacción con otros niños y familiares: propicie situaciones donde su hijo pueda socializar y conversar con distintos interlocutores. Las conversaciones con sus hermanos, primos o compañeros de clase enriquecen su lenguaje porque cada persona aporta vocabulario y estilos comunicativos diferentes. Organice juegos en grupo o visitas de juegos (“playdates”) donde deba comunicarse para jugar (por ejemplo, acordar a qué van a jugar, seguir reglas, etc.). Supervise discretamente estas interacciones y brinde apoyo si nota que no logran entenderse, pero en general deje que los niños resuelvan con sus palabras. También es valioso que hable con adultos de confianza aparte de sus padres: anímelo a que le cuente a los abuelos o tíos qué hizo en el día, o que pida él mismo su helado a la persona de la heladería. Estas experiencias le ayudan a generalizar sus habilidades lingüísticas a diferentes contextos y personas, ganando soltura.

  • Uso de la tecnología de forma educativa: En la era digital, muchos niños tienen acceso a dispositivos electrónicos desde temprano. Es importante recordar que nada reemplaza la interacción humana para desarrollar el lenguaje. Limite el tiempo que su hijo pasa frente a pantallas pasivas (televisión, tablet) especialmente si es menor de 2 años – estudios muestran que un uso excesivo de pantallas se asocia a un peor desarrollo del lenguaje en los más pequeños​ . En su lugar, prefiera contenido interactivo y de calidad: por ejemplo, videollamadas con familiares en las que el niño tenga conversaciones reales, o aplicaciones educativas donde deba responder y decir palabras (siempre con un adulto acompañando). Si ve programas infantiles, mírenlos juntos y haga que participe cantando las canciones o repitiendo frases de los personajes. Después, hablen sobre lo visto. De esta manera, la tecnología se convierte en una herramienta complementaria y no en un obstáculo para la comunicación. Recuerde que ningún juego educativo enseñará tanto vocabulario como una mamá o papá conversando con su hijo sobre su día.


En conclusión, el desarrollo del lenguaje infantil es un proceso fascinante pero que a veces presenta desafíos. Hemos revisado los problemas más frecuentes del lenguaje en la infancia – desde retrasos en el habla hasta dificultades de pronunciación y fluidez – junto con sus causas y signos de alerta. También hemos compartido estrategias prácticas y consejos para abordar estas dificultades, tanto en el entorno escolar como en el hogar. Como hemos visto, la detección temprana y la intervención oportuna son fundamentales: mientras más pronto se identifiquen y atiendan los problemas del lenguaje, mejor será el resultado para el niño​ Si sospechas que tu hijo o alumno puede tener algún trastorno del lenguaje, no dudes en buscar ayuda profesional. Un logopeda podrá evaluar al niño en profundidad y guiarte con un plan de trabajo específico para sus necesidades​


Comprender y apoyar el desarrollo del lenguaje infantil es tarea de todos: padres, docentes y especialistas trabajando de la mano para que cada niño pueda expresarse plenamente y desplegar todo su potencial. ¡Empieza hoy mismo a aplicar estas estrategias y verás la diferencia! Como siguiente paso, te invitamos a compartir este recurso con otros padres y educadores, y a seguir aprendiendo sobre estimulación del lenguaje. Tu involucramiento es la clave para ayudar a los niños a superar los obstáculos y celebrar con ellos cada nueva palabra, frase o historia que logren contar.


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