Cómo convertir los saberes básicos en situaciones de aprendizaje contextualizadas en educación infantil
- OPOSICIONES INFANTIL
- 23 may
- 26 Min. de lectura

Si estás preparando las oposiciones de Educación Infantil, seguro que has oído hablar de los saberes básicos y las situaciones de aprendizaje en el nuevo currículo LOMLOE. Al principio, tanta terminología nueva puede resultar abrumadora. ¿Saberes básicos? ¿Situaciones de aprendizaje contextualizadas? Tranquil@: no son solo palabras de moda, sino herramientas clave para diseñar experiencias didácticas significativas y conectar la teoría curricular con la práctica en el aula. En este artículo riguroso y práctico aprenderás, paso a paso, cómo convertir los saberes básicos en situaciones de aprendizaje contextualizadas adaptadas a Infantil. Veremos qué son exactamente estos saberes básicos, por qué es importante contextualizarlos, y sobre todo cómo hacerlo de manera efectiva. También encontrarás ejemplos reales, referencias a la normativa vigente y consejos pensados para opositoras que, como tú, buscan destacar con una programación didáctica innovadora y coherente. ¡Vamos a transformar juntos esos contenidos teóricos en vivencias de aula llenas de aprendizaje!
¿Qué son los saberes básicos en Educación Infantil?
Para empezar con buen pie, conviene aclarar conceptos. Los saberes básicos son, según la definición literal de la normativa, el conjunto de conocimientos, destrezas y actitudes que constituyen los contenidos propios de un área y cuya adquisición es necesaria para lograr las competencias específicas de dicha área. En otras palabras, son los aprendizajes fundamentales que todo alumno debe adquirir en cada área o ámbito del currículo. La nueva ley educativa (LOMLOE) introdujo este término reemplazando la idea tradicional de “contenidos” por un enfoque más amplio y competencial
Nota: Efectivamente, los saberes básicos equivalen a los antiguos contenidos esenciales, pero enriquecidos. Incluyen conceptos clave, habilidades prácticas y actitudes o valores que sirven de base para desarrollar las competencias clave y específicas del currículo . Los contenidos siguen siendo parte de los saberes básicos, pero ahora se integran con destrezas y actitudes para una formación más integral
En Educación Infantil, la organización de los saberes básicos tiene sus particularidades. El currículo oficial (Real Decreto 95/2022) distingue dos ciclos: 0-3 años (primer ciclo) y 3-6 años (segundo ciclo). En el primer ciclo, los saberes básicos se orientan de forma general como guía del desarrollo (de carácter orientativo). En el segundo ciclo, se concretan como las enseñanzas mínimas obligatorias que todos los niños deben experimentar . Además, los saberes básicos de Infantil se agrupan en grandes bloques temáticos dentro de cada área de desarrollo, asegurando una visión global y holística del aprendizaje infantil .
Estos bloques engloban desde el conocimiento de sí mismo y la gestión de emociones, hasta las primeras relaciones con los demás y el entorno, siempre adaptados al proceso madurativo de los niños ¿Por qué es importante saber esto? Porque a la hora de diseñar situaciones de aprendizaje, tendremos que combinar saberes básicos de diferentes bloques y áreas, asegurándonos de cubrir este espectro amplio (físico, cognitivo, social, etc.) de forma equilibrada.
Los saberes básicos son la brújula curricular que nos indica qué conocimientos, habilidades y actitudes debe adquirir el alumnado en Infantil. Son el qué enseñar, pero planteados de forma integrada y competencial, más allá de una lista de temas aislados.
¿Qué son las situaciones de aprendizaje contextualizadas?
Pasemos ahora al otro concepto clave. Una situación de aprendizaje (término introducido también por la LOMLOE) es, de acuerdo con el Real Decreto 95/2022, una propuesta didáctica formada por situaciones y actividades que implican al alumnado en actuaciones concretas asociadas a las competencias clave y específicas, contribuyendo a su desarrollo . Dicho de modo sencillo: es un conjunto de tareas o experiencias interrelacionadas que el alumno realiza para resolver un reto o proyecto, poniendo en juego de forma integrada diversos aprendizajes.
Las situaciones de aprendizaje se caracterizan por ser estimulantes, significativas, integradoras y bien contextualizadas para el alumnado infantil . Esto significa que:
Parten de un contexto cercano o atractivo para el niño (su realidad cotidiana, sus intereses, algo que despierte su curiosidad).
Plantean un reto o problema apropiado a su edad, cuya resolución requiera creatividad y la movilización de lo aprendido en las distintas áreas . Por ejemplo, investigar “¿Cómo podemos cuidar el parque del cole?” o preparar “La fiesta de las estaciones”.
Tienen objetivos claros de aprendizaje, vinculados a competencias específicas, y cuyo logro supone integrar varios saberes. En otras palabras, en cada situación de aprendizaje el alumnado estará trabajando simultáneamente varios contenidos, habilidades y actitudes del currículo (no uno solo de forma aislada).
Permiten diferentes tipos de actividades y agrupamientos: trabajo individual, en pequeño grupo, en gran grupo, juego libre y dirigido, etc., fomentando la cooperación y la autonomía en diferentes momentos.
Favorecen la transferencia de lo aprendido a situaciones de la vida real del niño . Al resolver problemas cotidianos o cercanos (p. ej., “cómo reciclar en clase”), el niño aplica sus aprendizajes en contextos que entiende, consolidándolos mejor (aprendizaje significativo).
Llamamos contextualizadas a estas situaciones de aprendizaje porque no ocurren en el vacío, sino en un contexto rico: suelen articularse en torno a un escenario o proyecto (un cuento, un evento, un juego de rol, una investigación sencilla) que da sentido a las actividades. La contextualización hace que los niños y niñas vean propósito en lo que hacen, se involucren activamente y construyan su aprendizaje conectándolo con su mundo. Por ejemplo, aprender los colores y las formas puede ser abstracto si se hace con fichas sueltas, pero si se integra en la preparación de un “mercadillo de arte” (contexto) donde cada niño crea obras con distintas formas y colores para exponer, ese contenido cobra vida y relevancia.
En la práctica, una situación de aprendizaje en Infantil suele tener la forma de un proyecto o unidad didáctica globalizada. De hecho, muchas opositoras os preguntaréis: ¿en qué se diferencian las situaciones de aprendizaje de las tradicionales unidades didácticas? En esencia, no son tan diferentes en estructura, pero las situaciones de aprendizaje enfatizan aún más: la conexión con retos reales, la integración de áreas y competencias, y la participación activa del alumnado en su aprendizaje. Podríamos decir que una buena unidad didáctica enfocada por proyectos es una situación de aprendizaje contextualizada. Por ello, en tu programación puedes convertir tus unidades didácticas en situaciones de aprendizaje incorporando estos enfoques (ver apartado de “cómo integrarlas” más adelante). Por ejemplo, una unidad clásica sobre “Los animales de la granja” se convierte en una situación de aprendizaje si la planteas como el proyecto “Ayudamos en la granja escuela”, donde los niños asumen el rol de cuidadores de animales, resuelven problemas reales (¿qué comen?, ¿cómo construir un refugio para el conejo?, etc.), integrando contenidos de distintas áreas en ese contexto.
¿Por qué es importante contextualizar los saberes básicos?
Ahora que sabemos qué son unos y otras, surge la pregunta: ¿por qué debemos convertir los saberes básicos en situaciones de aprendizaje contextualizadas? ¿No podríamos simplemente enseñar esos contenidos uno por uno, como tradicionalmente?
La respuesta desde el enfoque pedagógico actual es clara: contextualizar los saberes básicos mejora el aprendizaje. Veamos algunas razones pedagógicas y normativas:
Aprendizaje significativo: Según la teoría de Ausubel, los alumnos aprenden mejor cuando conectan los nuevos conocimientos con experiencias significativas. Al contextualizar un saber básico dentro de una situación cercana (un juego, un proyecto real), ese conocimiento deja de ser algo abstracto y pasa a tener significado para el niño. Por ejemplo, un saber básico de matemáticas como “relación número-cantidad hasta el 5” cobra vida si el niño tiene que repartir 5 semillas a cada maceta en el proyecto del huerto, en lugar de solo trazar números en una ficha.
Desarrollo competencial: La LOMLOE busca un enfoque por competencias. Esto implica saber hacer en contextos diversos, no solo saber cosas de memoria. Las situaciones de aprendizaje obligan a los niños a usar los saberes básicos para hacer algo (un producto, resolver un problema, tomar una decisión). Así se desarrollan las competencias clave y específicas de forma natural. De hecho, el currículo indica que las competencias específicas actúan como puente entre los objetivos generales y los contenidos, y que los saberes básicos se seleccionan en función de su contribución a desarrollar dichas competencias. En otras palabras, trabajar por situaciones asegura que estás trabajando las competencias, porque integras los contenidos (saberes) con la acción competente.
Motivación y protagonismo del alumnado: Una situación de aprendizaje bien diseñada reconoce a los niños como agentes activos de su propio aprendizaje . Al enfrentarlos a retos adecuados, con materiales manipulativos, juego, experimentación y exploración, su curiosidad e interés se disparan. Esto aumenta la motivación por aprender y, en consecuencia, la adquisición real de los saberes básicos. Un niño difícilmente recordará una lista de datos sueltos, pero sí recordará la aventura de buscar insectos en el jardín para aprender sobre ellos, o de organizar una tienda para aprender sobre monedas y números.
Atención a la diversidad e inclusión: Las situaciones contextualizadas permiten múltiples formas de participación. Cada niño o niña puede aportar según sus capacidades: uno dibujará el cartel del proyecto, otro contará una historia, otro medirá los ingredientes, etc. Además, se conecta con diferentes estilos de aprendizaje (visual, kinestésico, auditivo) y con la realidad cultural de los alumnos. Esto favorece la inclusión, alineándose con principios como el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) y la personalización. La normativa destaca que en el diseño de estas situaciones se debe tener en cuenta las condiciones personales, sociales o culturales para evitar la exclusión . Es decir, contextualizar también implica adaptar a la realidad del grupo: por ejemplo, incluir referencias a distintas celebraciones culturales presentes en el aula en una situación de aprendizaje sobre “Las fiestas”.
Mejor evaluación formativa: En una situación de aprendizaje, la evaluación se integra en la actividad (evaluación auténtica). La docente puede observar cómo aplican los niños los saberes básicos en la práctica, lo que ofrece evidencias más ricas que un simple ejercicio aislado. Además, los criterios de evaluación del currículo están pensados para evaluar desempeños competenciales, precisamente lo que ocurre en estas situaciones . Al programar situaciones de aprendizaje, es más fácil alinear lo que hacemos con los criterios, porque cada criterio “describe el nivel de desempeño esperado tras trabajar determinados contenidos y competencias”. Dicho de otro modo, cada situación de aprendizaje bien diseñada tendrá asociados unos criterios de evaluación que permiten comprobar si el alumnado sabe hacer con los saberes básicos trabajados.
Contextualizar los saberes básicos en Infantil no es un capricho, sino una estrategia respaldada por la normativa y la pedagogía actual para lograr un aprendizaje más profundo, competencial, motivador e inclusivo. Como futuras maestras de Infantil, dominar este enfoque te permitirá diseñar una programación didáctica moderna y eficaz, que sin duda valorarán los tribunales de oposición y, lo más importante, disfrutarán tus alumnos.
Cómo convertir los saberes básicos en situaciones de aprendizaje: paso a paso
Llegamos al núcleo práctico: ¿Cómo se convierte un listado de saberes básicos del currículo en una situación de aprendizaje contextualizada lista para llevar al aula? A continuación, te presentamos un paso a paso teórico-práctico. Imagina que eres la maestra diseñando una de tus unidades didácticas (o situaciones de aprendizaje) para tu programación de oposiciones. ¿Por dónde empiezas y qué decisiones debes tomar? Veámoslo:
Paso 1: Analiza el currículo y selecciona los saberes básicos relevantes
Todo parte del currículo oficial. Como docente (u opositora preparando su programación), primero debes tener claros los saberes básicos que quieres trabajar en la situación de aprendizaje. Puede ser tentador lanzarse a pensar en actividades divertidas, pero debemos asegurar que detrás hay sustancia curricular.
Elige el área o áreas sobre las que versará la situación. En Educación Infantil es habitual diseñar situaciones globalizadas que tocan las tres áreas de la etapa (Crecimiento en armonía, Descubrimiento y exploración del entorno, Comunicación y representación de la realidad), pero quizá tu situación tenga un énfasis especial en una de ellas. Por ejemplo, una situación sobre “El mercado de la clase” tocará mucho el área de Descubrimiento del entorno (lenguaje matemático, conocimiento del entorno social) y Comunicación y representación de la realidad (lenguaje oral, juego simbólico), aunque también incluirá algo de Crecimiento en armonía (trabajo cooperativo, normas de convivencia). Ten esto en mente para revisar los saberes básicos de esas áreas.
Revisa los saberes básicos del ciclo correspondiente en el currículo. Para segundo ciclo (3-6 años), el Real Decreto 95/2022 lista los saberes básicos que los niños deben movilizar al finalizar el ciclo . Por ejemplo, en el área Descubrimiento y exploración del entorno, algunos saberes básicos del bloque de naturaleza podrían ser: “Los seres vivos: plantas y animales del entorno próximo”, “Iniciación a la numeración: cuantificación de colecciones pequeñas”, “Propiedades básicas de los objetos: forma, tamaño, color”, etc. Haz una lista preliminar de los saberes básicos que te interesan para tu situación de aprendizaje. Estos serán tu materia prima.
Prioriza y combina. Es probable que la lista sea larga; no intentes meter absolutamente todo en una sola situación. Elige varios saberes básicos complementarios (por ejemplo, uno de naturaleza + uno de matemáticas + uno de lenguaje + uno social) que puedan conectarse en torno a un mismo tema o proyecto. Recuerda que una situación debe integrar un conjunto de saberes básicos de manera coherente , pero tampoco es eficaz abarcar demasiados a la vez. Un número manejable puede ser, por ejemplo, 4 a 6 saberes básicos diferentes, procurando que cubran diferentes ámbitos de desarrollo (cognitivo, motor, social, etc.).
Ejemplo: Supongamos que al revisar el currículo decides que quieres trabajar: (1) Conceptos matemáticos básicos (números hasta el 5, formas geométricas sencillas), (2) Lenguaje oral y vocabulario sobre tiendas y alimentos, (3) Normas sociales y de convivencia (esperar turno, cooperar), (4) Hábitos saludables (conocer alimentos saludables). Ya tienes unos saberes básicos identificados que combinan área de Comunicación, área de Entorno y área de Armonía.
Paso 2: Piensa en un contexto motivador y significativo (el qué y por qué)
Con la materia prima identificada, pregúntate: ¿En qué contexto real o ficticio pueden aprender mejor estos saberes los niños? Aquí es donde damos el salto de la teoría a la situación concreta. Se trata de encontrar un tema, proyecto o reto central que sirva de hilo conductor.
Al elegir el contexto, considera:
Intereses del alumnado de Infantil: Temáticas como los animales, los cuentos y fantasía, los oficios, la familia, la naturaleza, las fiestas, el espacio, los superhéroes, etc., suelen encantarles. Si tu situación logra conectar con algo que les apasiona o intriga, tendrás medio camino ganado en motivación.
Relevancia cotidiana: Otra estrategia es basarte en situaciones cotidianas o cercanas para ellos: por ejemplo, “La tienda de clase” (juego simbólico de comprar y vender), “El huerto del cole” (sembrar y cuidar plantas), “Nuestra mascota” (cuidar un animal de clase), “Excursión al parque”, “El carnaval de la escuela”, etc. Estas situaciones contextualizadas les permiten aplicar saberes en entornos que conocen o experiencias que realmente vivirán.
Reto o problema a resolver: Piensa si tu situación puede girar en torno a una pequeña misión o problema que los niños deban resolver colaborativamente. Por ejemplo: “Tenemos que ayudar a Caperucita a organizar la cesta con la compra saludable para su abuelita” (aquí mezclas cuento con hábitos saludables y números al contar la fruta), o “El circo ha llegado a la ciudad y necesitamos entrenar como acróbatas” (contexto de circo para desarrollar habilidades motrices y sociales). El reto da sentido a aprender: los niños aprenden los contenidos porque los necesitan para lograr algo en ese escenario.
Siguiendo con el ejemplo de los saberes básicos elegidos en el paso 1 (números, vocabulario de alimentos, normas sociales, hábitos saludables), podríamos elegir como contexto “El mercado saludable”. ¿Por qué? Porque en un juego de mercado los niños contarán productos (matemáticas), usarán vocabulario de alimentos y dinero (lenguaje), practicarán normas de interacción (turnos, por favor, gracias) y hablarán de qué alimentos son buenos para la salud (hábitos saludables). Fíjate cómo encaja todo en ese pequeño mundo del mercado. Además, es una situación que pueden comprender bien porque han ido con sus padres al mercado o supermercado; es cercana y real.
Define entonces el título o tema de tu situación de aprendizaje. Puede ayudarte escribir una breve descripción inicial: “Situación de aprendizaje: El Mercado de la Clase. Los niños transformarán el rincón de juego simbólico en un mercado donde comprarán y venderán alimentos saludables, aprendiendo a manejar cantidades, identificando alimentos y poniendo en práctica normas de convivencia.” Con esta descripción ya vislumbras la escena y su propósito.
Paso 3: Establece objetivos de aprendizaje y competencias a lograr
Con el tema contextualizado claro, el siguiente paso es determinar qué pretendemos que aprendan y logren los alumnos con esta situación. Esto se concreta en objetivos didácticos y en vincularlos con las competencias del currículo.
Define de 3 a 5 objetivos claros para la situación de aprendizaje. Estos objetivos deben describir qué serán capaces de hacer los niños al finalizar la experiencia, integrando los saberes básicos seleccionados. Por ejemplo, para “El Mercado de la Clase”, objetivos podrían ser: “Reconocer y nombrar diferentes alimentos y clasificaros según sean saludables o no”, “Contar objetos hasta 5 para realizar compras y ventas simbólicas”, “Usar fórmulas básicas de comunicación en situaciones de compra-venta (por favor, gracias, ¿cuánto cuesta?)”, “Respetar los turnos y cooperar asumiendo roles de comprador y vendedor en el juego”. Observa que cada objetivo mezcla contenido con la aplicación en contexto.
Relaciona cada objetivo con las competencias específicas y clave pertinentes. La LOMLOE propone competencias específicas por área en Infantil que actúan como grandes objetivos de etapa. Por ejemplo, en el área de Descubrimiento del entorno, una competencia específica es “Iniciarse en las habilidades lógico-matemáticas en contextos significativos” (hipotético enunciado). Nuestros objetivos de contar en el mercado se alinean con esto. A su vez, piensa en qué competencias clave se movilizan: en el mercado hay claramente Competencia Matemática, Competencia en Comunicación Lingüística, Competencia Social y Aprender a Aprender (colaboración, iniciativa). Anota esta alineación, pues en tu programación deberás justificar cómo tus situaciones contribuyen al desarrollo de las competencias clave.
Consulta los criterios de evaluación asociados a esos saberes básicos en el currículo. Los criterios te ayudarán a afinar los objetivos y posteriormente a evaluar. Por ejemplo, un criterio podría decir “Cuenta objetos de la vida cotidiana mostrando correspondencia uno a uno hasta, al menos, el número 5”. Esto te confirma que tu objetivo de contar en el mercado está en línea con lo esperado. Otro criterio podría ser “Usa vocabulario básico de los alimentos en interacciones orales”, etc. Usar las palabras clave de los criterios en tus objetivos es una buena práctica para mantener la coherencia con la normativa .
En este paso plasmas el para qué de la situación: qué van a lograr los niños (objetivos vinculados a competencias). Este será tu guía al diseñar las actividades y asegurará que la situación no se quede en algo divertido pero sin rumbo, sino que tenga intención educativa clara.
Paso 4: Diseña la secuencia de actividades y tareas (el cómo)
Llegamos al corazón práctico: ¿qué van a hacer concretamente los niños y la docente en esta situación de aprendizaje? Aquí describes la secuencia de actividades, normalmente dividida en inicio, desarrollo y cierre, o en fases si es un proyecto largo. Algunos consejos para este diseño:
Actividad de motivación o introducción: Comienza con algo que enganche a los peques y presente el reto. En nuestro ejemplo del mercado, podría ser que un día aparezca en clase una cesta con frutas de juguete y una nota: “¿Me ayudáis a montar un mercado saludable?”. O una visita a una frutería de verdad (si es posible) o un cuento sobre comprar alimentos. La idea es introducir el contexto y despertar preguntas.
Aprendizaje exploratorio y guiado: Planifica actividades donde los niños exploren y construyan los conocimientos necesarios. Por ejemplo, antes de jugar al mercado tal vez necesiten reconocer monedas (juego de clasificación de monedas de juguete), hacer una lista de la compra (actividad de lenguaje y clasificación de alimentos en saludables/no saludables), practicar conteo (contar frutas en distintos cestos), etc. Estas pueden ser mini-actividades por rincones, talleres o juegos dirigidos. Lo importante es que integren juego, manipulación, experimentación. Un taller podría ser “hacer plastilina de números” para los precios, otro “dibujar carteles” con los nombres de los puestos (literacidad emergente), otro “clasificar alimentos” en un mural de la pirámide alimenticia, etc. Apóyate en metodologías activas: aprendizaje cooperativo (que hagan grupitos de trabajo), aprendizaje basado en juegos, mini-investigaciones (¿de dónde viene la leche?).
Actividad globalizadora central: Es el momento cúspide donde se desarrolla la situación de aprendizaje propiamente dicha. En nuestro ejemplo, sería el día en que montamos el mercado de la clase. Aquí los niños asumen roles (vendedores, compradores), se reparten tareas (uno maneja la caja registradora de juguete, otros son clientes con sus carritos, etc.) y simulan la situación real. La docente observa, apoya lenguaje (“¿Cómo se pide esto?” “¿Cuánto vale?”) y toma notas de lo que hacen. Esta actividad central suele ser multidisciplinar por naturaleza: mientras “juegan” al mercado, están contando, comunicando, escribiendo precios, ordenando productos, respetando turnos... ¡Justo lo que queríamos que practiquen! Es importante dejar que los niños tomen cierto control, porque ahí demostrarán sus aprendizajes de forma más auténtica.
Cierre y reflexión: Tras el momento álgido, planifica un cierre donde los niños reflexionen y asienten lo vivido. Puede ser una puesta en común: “¿Qué hemos aprendido en nuestro mercado?”, “¿Qué fue lo más fácil o difícil?”, “¿Para qué nos sirve saber esto fuera del cole?”. Quizá elaboréis juntos un pequeño producto final: por ejemplo, un álbum de fotos del mercado con sus comentarios, o un mural con los billetes y fotos de alimentos repasando números, o incluso invitar a los padres a un mini-mercado demostrativo (si fuera parte de la realidad). El cierre consolida el aprendizaje y le da sentido final. También es el momento de recoger evidencia evaluativa, por ejemplo, con una sencilla rúbrica de observación que tengas preparada según los criterios (ej.: X reconoce 5 alimentos, Y contó correctamente hasta 4, etc.).
Para documentar este diseño en tu programación, puedes presentarlo como una tabla o listado secuenciado indicando: actividad, descripción, saberes básicos implicados, agrupamiento, duración, recursos. Esto da claridad y demuestra al tribunal que tus situaciones de aprendizaje están bien planificadas y son factibles.
Consejo: Incorpora en las actividades elementos TIC o de innovación si encaja, pues la normativa LOMLOE también fomenta la competencia digital desde Infantil. Por ejemplo, usar la tablet para hacer fotos de los productos del mercado y luego crear con la clase un “catálogo digital de la tienda”. O proyectar un pequeño vídeo de dibujos animados sobre cómo se cultivan las frutas (para integrar conocimiento del entorno). Siempre que sumen y no distraigan, estas pinceladas tecnológicas e innovadoras enriquecerán tu situación (¡y tu programación destacará por su enfoque moderno!).
Paso 5: Integra distintos saberes básicos y áreas de forma coherente
Al diseñar las actividades del paso 4, habrás ido integrando contenidos diversos. Es fundamental verificar que efectivamente estás movilizando todos los saberes básicos que te propusiste y de manera coherente, sin forzar.
Mapa de integración: Puede ser útil elaborar un pequeño esquema para ti misma: en filas, las actividades principales; en columnas, los saberes básicos elegidos. Marca con una X qué saber trabaja cada actividad. Por ejemplo, en la actividad “clasificar alimentos saludables/ no saludables” cubrirás el saber de hábitos saludables y vocabulario; en la actividad “contar frutas” cubres el saber numérico; en “juego del mercado” prácticamente todos a la vez. Si notas que algún saber básico quedó poco atendido, quizás necesites añadir o ajustar una actividad para incorporarlo mejor. Este ejercicio garantiza que la situación de aprendizaje integra los contenidos de manera equilibrada y no deja ninguno colgado sin sentido.
Globalización natural: La clave de convertir saberes en situaciones está en buscar conexiones naturales entre ellos. Evita meter contenidos con calzador que no peguen con el contexto. Por ejemplo, si tu situación es el mercado, no intentes meter un saber de “los planetas” porque no viene a cuento; déjalo para otra situación temática de astronomía. En cambio, sí puedes meter números, lenguaje, ciencias (alimentos), incluso algo de arte (diseñar carteles) porque todo eso sí casa con la situación del mercado. Un buen truco es pensar: “¿Esto podría suceder en la vida real de esta situación?” Si la respuesta es sí (ej. en un mercado real la gente cuenta dinero, habla, el lugar tiene carteles, hay que ordenar frutas, etc.), adelante. Si no (en un mercado no pintamos un cuadro de Van Gogh, por decir algo), mejor para otra ocasión.
Atiende a las tres áreas de Infantil: Aunque no siempre será equitativo, trata de que tu situación toque aspectos de las tres áreas del currículo para un desarrollo integral. En el ejemplo: área 1 (Crecimiento en armonía) está presente con las normas de convivencia y la autonomía en el juego; área 2 (Descubrimiento y exploración del entorno) con el lenguaje matemático y conocimiento de alimentos/entorno; área 3 (Comunicación y representación de la realidad) con lenguaje oral, lectura de carteles, juego simbólico (y podría incluir expresión plástica al hacer los carteles). Esto demuestra que has globalizado realmente. Recuerda que la normativa indica que las situaciones deberían implicar lo aprendido en las tres áreas en que se organiza la etapa , en la medida de lo posible.
Paso 6: Prevé la evaluación y la retroalimentación
Por último, pero no menos importante, hay que diseñar cómo evaluarás que los saberes básicos han sido adquiridos en la situación de aprendizaje, y cómo darás feedback a los niños (y en oposiciones, cómo mostrarás esto al tribunal).
Criterios de evaluación y evidencias: Retoma los criterios de evaluación identificados en el paso 3. Piensa para cada criterio: ¿qué evidencias obtendré de que se alcanza?. En una situación de aprendizaje, muchas evidencias vienen de la observación directa y de los productos que elaboran los niños. Por ejemplo, evidencia de contar: la docente observa y anota quién pudo contar objetos correctamente durante el juego o los talleres (lista de cotejo). Evidencia de vocabulario: grabaciones o registros anecdóticos de expresiones que usaron correctamente. Evidencia de hábitos: fotos de los niños separando alimentos saludables vs no saludables y explicando por qué. Es útil preparar instrumentos de evaluación acordes: listas de observación, rúbricas sencillas con indicadores (por ejemplo, 1: necesita ayuda para contar, 2: cuenta con algún error, 3: cuenta correctamente hasta 5), porfolio con trabajos de los niños, etc. Incluye estos instrumentos en tu programación para mostrar un sistema de evaluación coherente con enfoque competencial.
Autoevaluación y coevaluación (si procede): Incluso en Infantil (5 años, sobre todo), se puede iniciar a los peques en la reflexión sobre su aprendizaje. En la fase de cierre, podrías usar una técnica de autoevaluación muy simple: caritas felices/tristes para que indiquen si se sintieron capaces en tal o cual tarea, o una ronda oral de “¿qué fue lo que mejor te salió en el mercado y en qué podrías mejorar la próxima vez?”. Esto desarrolla la metacognición y va muy en línea con el enfoque actual de aprende a aprender. No es obligatorio, pero mencionar que fomentas la autoevaluación en Infantil dará puntos positivos a tu propuesta.
Retroalimentación: Piensa cómo devolverás a los niños (y a las familias) un feedback sobre la experiencia. Por ejemplo, comentar en la asamblea “Ayer todos hicisteis un gran trabajo en el mercado, vimos que ya sabéis contar muy bien las frutas ¡y os felicito por compartir y esperar turno!”. También quizás una nota o foto a familias contando el logro. Aunque esto es más gestión del aula que de la oposición, reflejar esa sensibilidad educativa muestra tu perfil pedagógico completo.
Al cerrar este paso, tendrás tu situación de aprendizaje completamente diseñada: sabemos qué contenidos se trabajan, en qué contexto, con qué objetivos, cómo se desarrollan las actividades y cómo evaluaremos. Has logrado convertir unos saberes básicos del currículo en una experiencia de aprendizaje real para tus alumnos.
Para afianzar aún más la comprensión, veamos a continuación un ejemplo práctico más detallado que ilustra todo el proceso.
Ejemplo práctico completo: de saberes básicos a situación de aprendizaje
A modo de ejemplo integrador, imagina que queremos diseñar una situación de aprendizaje para niños de 5 años (último curso de Infantil) aprovechando la llegada de la primavera. Queremos trabajar saberes básicos de ciencias naturales, lenguaje y artística. Veamos cómo podría quedar:
Saberes básicos seleccionados (segundo ciclo Infantil):– Conocimiento del entorno natural: plantas comunes, qué necesitan para vivir (agua, luz).– Lenguaje Matemático: medida básica del tiempo (días, observar el paso del tiempo en crecimiento de plantas).– Lenguaje: vocabulario de plantas y clima; comprensión de textos sencillos (cuento o instrucciones).– Expresión Plástica: apreciación de colores y formas en la naturaleza; expresión plástica libre inspirada en la primavera.– Valores: responsabilidad y constancia en el cuidado de un ser vivo.
Contexto o situación contextualizada: “Nuestro Huerto de Primavera”. La clase se convertirá en un pequeño huerto/jardín donde los niños plantarán semillas y las cuidarán durante unas semanas, registrando su crecimiento y organizando una exposición de plantas al final.
Objetivos de la situación: Que los alumnos aprendan haciendo. Por ejemplo: “Plantará semillas y las cuidará diariamente, comprendiendo las necesidades básicas de las plantas (agua, luz, tierra)”; “Observará y registrará cambios en las plantas a lo largo del tiempo (días/semanas) utilizando un lenguaje temporal básico”; “Enriquecerá su vocabulario con palabras relativas a la jardinería y la primavera”; “Desarrollará responsabilidad y hábitos de cuidado de seres vivos, trabajando en equipo en el huerto”; “Expresará creativamente la experiencia del huerto mediante dibujos o manualidades (flores de papel, etc.)”.
Actividades principales:
Motivación: Lectura del cuento “La semillita viajera” y discusión sobre qué necesitan las semillas para crecer. Visita al patio para ver dónde podríamos poner macetas.
Desarrollo: Proyecto del huerto: En pequeños grupos, plantan distintas semillas (lentejas, girasol, habas) en macetas. Cada día en la asamblea se turnan para regar y, con ayuda de la docente, miden (con regla o a ojímetro) cuánto ha crecido cada planta, anotando en un “Diario de la Semilla” (lámina con dibujos de sol, agua, etc., donde ponen pegatinas cada vez que riegan, dibujan cómo va la planta cada cierto tiempo). Se introduce vocabulario: raíz, tallo, hoja, flor, regar, maceta, sol, sombra, etc. Se canta una canción sobre las plantas.
Actividad lenguaje matemático integrada: Cada grupo tiene un calendario de crecimiento donde ponen una pegatina o dibujan una regadera cada día que riegan y un sol cada día que hubo sol. Tras dos semanas, cuentan cuántos días regaron, cuántos días de sol hubo, comparan cuál planta creció más, etc. (trabajando conteo, comparación de cantidades, noción de tiempo).
Actividad artística: Dibujo o collage libre de “mi planta favorita del huerto” para la exposición.
Cierre: Exposición de Primavera: se invita a la clase de al lado o a los padres a visitar el “huerto” montado en clase. Los niños hacen de guías, mostrando sus plantas y explicando el proceso (“Mira, esta es nuestra planta de girasol, la regamos todos los días y mirad qué alta está”). Finalmente, en asamblea se recuerda el cuento inicial y se reflexiona “¿Qué aprendimos sobre cuidar plantas? ¿Cómo nos sentimos siendo jardineros?”. Se refuerzan las ideas clave: las plantas necesitan cuidados constantes, igual que aprendimos a ser responsables día a día.
Integración de saberes: En esta situación del huerto, fíjate cómo se integran todos los saberes listados: conocimiento del medio (cuidado plantas), matemáticas (días, conteo de riegos, medir altura), lenguaje (nuevas palabras, expresiones para contar la experiencia), arte (dibujos de plantas), valores (responsabilidad, trabajo cooperativo en equipos de cuidado).
Evaluación: La docente observa con una rúbrica sencilla la participación de cada niño: si cuida la planta (responsabilidad), si usa palabras nuevas aprendidas, si puede decir cuántos días pasaron, etc. Recoge el Diario de la Semilla de cada grupo para ver dibujos y notas. También escucha en la exposición cómo cada uno presenta su planta (valorando comunicación). Al final, cada niño pega una pegatina en un mural con una carita feliz si siente que aprendió a cuidar una planta.
Este ejemplo demuestra cómo a partir de unos saberes básicos del currículo montamos una situación de aprendizaje globalizada y contextualizada que abarca varias semanas. Para una programación de oposiciones, podríamos resumirlo como una unidad didáctica titulada “Nuestro huerto de primavera” con su contexto, objetivos, actividades y evaluación, exactamente en la línea de lo que pide la LOMLOE.
En tu caso, cuando diseñes tus propias situaciones de aprendizaje, recuerda estos ingredientes del ejemplo: siempre un contexto motivador (cuento del inicio, plantar de verdad...), integración real de contenidos (todas las actividades giran en torno a cuidar plantas, no hay nada desconectado), participación activa (los niños plantan, riegan, cuentan), y cierre con producto final (exposición) que le da significado a todo. Si lo aplicas, tendrás unidades didácticas redondas, coherentes y alineadas con la normativa vigente.
Tips para opositoras/es: integrar las situaciones de aprendizaje en tu programación
Ya tienes claro el proceso de conversión, pero antes de concluir, hablemos de la presentación de esto en las oposiciones, que seguramente te preocupa. Aquí van algunos consejos finales:
Incluye varias situaciones de aprendizaje en tu programación: Actualmente muchas Comunidades Autónomas valoran positivamente (incluso exigen) que la programación incorpore situaciones de aprendizaje LOMLOE. Puedes estructurar tu programación en unidades didácticas que son situaciones de aprendizaje. Por ejemplo, 10 unidades a lo largo del curso, cada una formulada como proyecto o situación contextualizada (como los ejemplos que hemos puesto: “El mercado de la clase”, “Nuestro huerto”, “Viaje al espacio”, etc.). Asegúrate de cubrir con ellas todo el currículo (competencias, saberes básicos de todas las áreas) de forma equilibrada. Así demostrarás dominio del currículo y capacidad de innovación.
Justifica con la normativa tus elecciones: Cuando hables de tu metodología en la defensa escrita u oral, cita brevemente que “según el RD 95/2022, las situaciones de aprendizaje permiten integrar un conjunto de saberes básicos en torno a objetivos claros”, o menciona que te basas en “el enfoque competencial de la LOMLOE, que define los saberes básicos como conocimientos, destrezas y actitudes necesarios para desarrollar las competencias”. Esto muestra rigor y respaldo legal en tu trabajo (¡imprescindible para convencer al tribunal de oposiciones!). En tus anexos, puedes incluso aportar un cuadro que relaciona para cada unidad/situación qué saberes básicos y criterios del currículo cubre.
Practica la exposición oral de una situación de aprendizaje: En la prueba oral, es común que tengas que defender una unidad didáctica. Aquí brillarás si consigues transmitir esa vida de la situación de aprendizaje. No te limites a enumerar contenidos: explica el contexto, cuenta con entusiasmo cómo los niños participan, qué producto crearán... En definitiva, narra la historia de la situación de aprendizaje. Muchos tribunales valoran la originalidad y la concreción: si tus situaciones suenan a experiencias reales y motivadoras, dejarás huella. Por ejemplo, es más impactante decir: “En la unidad 5, Los pequeños chefs, transformamos el aula en una cocina para aprender matemáticas midiendo ingredientes y lenguaje descrito en recetas”, que decir “Unidad 5: contenidos de matemáticas (medidas), contenidos de lenguaje (imperativos)”. ¿Ves la diferencia? La primera forma contextualiza y demuestra cómo aplicas los saberes en acción.
Ten en cuenta la temporalización y viabilidad: Asegúrate de aclarar cuánto durará cada situación (ej. dos semanas, un mes...) y que es viable en el contexto real. Las situaciones de aprendizaje pueden ser más transversales y largas que una unidad tradicional, pero en Infantil suelen caber dentro de 1 a 3 semanas según la intensidad. No querrás que el tribunal piense que tu proyecto del huerto durará 5 meses si solo tienes 9 unidades para todo el curso, ¿verdad? Planifica un calendario donde se vea que alternas diferentes situaciones y cubres todo el año escolar.
Preguntas frecuentes (FAQs)
❓ ¿Son los “saberes básicos” lo mismo que los antiguos contenidos del currículo? No exactamente. Los contenidos forman parte de los saberes básicos, pero estos incluyen además habilidades y actitudes. Se trata de un concepto más amplio e integral. Por ejemplo, antes en el currículo podíamos tener el contenido “Los colores primarios”; bajo el enfoque de saberes básicos esto se integraría con la habilidad de identificarlos en objetos del entorno y la actitud de apreciar expresiones artísticas con colores, por decir algo. En definitiva, los saberes básicos engloban conocimientos, destrezas y actitudes necesarias para desarrollar competencias . Incluyen los contenidos fundamentales de siempre, pero ubicados en un enfoque competencial.
❓ ¿Cómo sé cuántos saberes básicos incluir en una situación de aprendizaje?No hay un número fijo, pero es recomendable seleccionar varios (ej. 4-6 saberes básicos) que estén relacionados y se puedan trabajar de forma conjunta. Lo importante es la calidad de la integración, no la cantidad. Una situación de aprendizaje exitosa suele abordar aprendizajes de distintas áreas (lenguaje, matemáticas, sociales…) de manera equilibrada. Si incluyes demasiados saberes básicos, corres el riesgo de superficialidad; y si incluyes muy pocos, quizás no aproveches el potencial globalizador. Revisa siempre que los saberes elegidos puedan encajar de manera natural en el contexto que planeas.
❓ ¿Todas las actividades de la situación de aprendizaje deben ser “lúdicas”?En Infantil, el juego y la experimentación son herramientas pedagógicas principales (principio metodológico básico). Por ello, la mayoría de actividades conviene que tengan un carácter lúdico, manipulativo o de exploración activa. Esto no significa que todo sea juego libre; puede haber momentos más estructurados (por ejemplo, un pequeño experimento guiado o una ficha puntual de síntesis). Pero incluso esas partes más dirigidas deben presentarse de forma atractiva y vinculadas al relato del proyecto. Por ejemplo, si hay una ficha de conteo, puede enmarcarse como “anotar el pedido de 3 manzanas en la libreta del mercado”. Así mantenemos la motivación y la coherencia con la situación. En resumen, sí, en Infantil prácticamente todo aprendizaje debe acontecer en forma de juego, rutina participativa o actividad vivencial. Es la manera natural en que aprenden a estas edades.
❓ ¿Cómo evalúo los saberes básicos en una situación de aprendizaje con niños tan pequeños?La evaluación en Educación Infantil es global, continua y formativa, basada en la observación sistemática. En una situación de aprendizaje, aprovecharás el contexto para observar competencias en acción. Se sugieren instrumentos cualitativos: listas de cotejo donde marcas si el niño logró determinada acción (ej. “identifica su nombre en la lista de la compra” – sí/en proceso), rúbricas sencillas para criterios amplios (ej. nivel de participación cooperativa), anecdotarios (anotar frases que dijo el niño revelando comprensión) y recogida de trabajos y producciones. Con niños pequeños no harás exámenes ni nada formal, sino que evalúas mientras aprenden. Tras la situación, compara tus observaciones con los criterios de evaluación del currículo: por ejemplo, si el criterio decía “clasifica objetos por tamaño”, fíjate si durante la actividad de la tienda él clasificó los objetos correctamente por tamaño. Es útil también implicar a las familias compartiendo logros (evaluación compartida) y, si procede, hacer autoevaluación con los peques usando técnicas adaptadas (caritas, etc., como vimos). Todo esto demuestra al tribunal que concibes la evaluación como parte del proceso de aprendizaje, no como algo externo.
❓ En la oposición, ¿debo presentar “situaciones de aprendizaje” o “unidades didácticas”?Depende de la convocatoria de tu Comunidad Autónoma, pero la tendencia LOMLOE es que puedas (y debas) presentar unidades didácticas con este enfoque de situaciones de aprendizaje. En la práctica, puedes seguir llamándolas unidades didácticas en tu programación, pero en su desarrollo interno plantearlas como hemos explicado: con un contexto integrador, actividades competenciales, etc. Algunas convocatorias recientes incluso usan ya el término “situaciones de aprendizaje” en los criterios de evaluación de las programaciones. Nuestro consejo es que en la memoria escrita expliques que tu programación se basa en situaciones de aprendizaje contextualizadas, y definas brevemente el término y su base legal (queda muy bien hacerlo). Luego, en la exposición oral, presenta cada unidad de forma tradicional pero resaltando ese enfoque activo y globalizador. Al tribunal le quedará claro que estás al día. En definitiva, las situaciones de aprendizaje no sustituyen totalmente a las unidades didácticas (al final son dos formas de ver lo mismo), pero incorporarlas en tu discurso y práctica te hará ver como una opositora actualizada con la LOMLOE.
En este extenso recorrido hemos visto cómo descifrar y aprovechar los saberes básicos del currículo transformándolos en situaciones de aprendizaje llenas de vida. Lejos de ser términos burocráticos, son la clave para que tu programación didáctica esté conectada con la realidad del aula y con las exigencias de la nueva normativa educativa. Has aprendido paso a paso a elegir los saberes fundamentales, darles un contexto motivador, planificar actividades globalizadas, integrarlo todo coherentemente y evaluarlo de forma competencial. En definitiva, a convertir la teoría en práctica. Como opositor/a, dominar esta forma de programar te dará seguridad y un toque diferenciador. Demostrarás ser una maestra que no solo conoce la legislación, sino que sabe llevarla al terreno práctico de forma creativa y eficaz. Y ese es, al final, el docente que todos queremos para nuestros peques: alguien riguroso y apasionado, que convierte el currículo en experiencias inolvidables.
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