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¿Cómo programar con enfoque ecosocial en el marco de la LOMLOE en Educación Infantil?


Oposiciones Educación Infantil. Ecosocial

Imagina presentar una programación didáctica de Educación Infantil que no solo impresione al tribunal de oposiciones, sino que también refleje tu pasión por formar personas comprometidas con un mundo más justo y sostenible. Estás preparándote para ser maestro o maestra en tiempos de cambio: la LOMLOE (Ley Orgánica de Educación) nos impulsa a renovar la enseñanza incorporando la educación ecosocial y los valores de la sostenibilidad y la ciudadanía global. En este artículo encontrarás una guía completa y motivadora para programar con enfoque ecosocial en Educación Infantil, alineando tu trabajo con la LOMLOE y las competencias clave. Hablaremos de cómo enfocar tu programación didáctica infantil hacia la sostenibilidad, cómo diseñar unidades de situación o proyectos innovadores desde este enfoque, y compartiremos actividades prácticas que harán de tu aula un semillero de empatía y cuidado del entorno. ¡Prepárate para inspirar a tus alumnos y destacar en tus oposiciones con una programación didáctica ecosocial única!


Programación didáctica en Educación Infantil (LOMLOE) con enfoque ecosocial


La programación didáctica es el plan detallado de todo un curso o etapa que un docente elabora para guiar el aprendizaje de sus alumnos. En oposiciones de Educación Infantil, la programación es tu carta de presentación: demuestra tu dominio curricular, tu creatividad pedagógica y tu compromiso con los valores educativos actuales. Con la entrada en vigor de la LOMLOE, la educación española ha incorporado de forma transversal la educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía mundial en todas las etapas . Esto significa que una programación didáctica moderna y completa debe integrar un enfoque ecosocial, poniendo énfasis en temas de sostenibilidad ambiental, justicia social y cooperación desde los primeros años.


¿Qué implica el enfoque ecosocial en la programación? Implica situar la vida y el cuidado en el centro del currículo, reconociendo que el alumnado depende (eco-dependencia) e interactúa (interdependencia) con su entorno natural y social . No se trata de añadir un tema aislado, sino de impregnar todas las decisiones de tu programación –objetivos, contenidos, metodologías, actividades y evaluación– con valores ecosociales. Por ejemplo, si trabajamos el consumo responsable, podemos hacerlo dentro de hábitos cotidianos en el aula (como no desperdiciar el agua al lavarse las manos o reutilizar materiales), en lugar de verlo como algo extra. La LOMLOE reconoce el desarrollo sostenible como uno de los cinco enfoques clave de la ley , junto con los derechos de la infancia, la igualdad de género, la personalización del aprendizaje y la competencia digital. En su preámbulo incluso subraya que la educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía mundial ha de incardinarse en todos los planes educativos . En otras palabras, se espera que en cualquier programación de infantil quede patente cómo contribuimos a formar futuros ciudadanos conscientes y responsables con el planeta y la sociedad.


Beneficios de incorporar la sostenibilidad y la ciudadanía global: Incluir este enfoque en tu programación didáctica tiene ventajas claras:


  • Alineación con la legislación vigente: Estarás cumpliendo con las directrices de la LOMLOE, que exige tratar de forma transversal temas de desarrollo sostenible, educación para la paz, consumo responsable y otros valores en todas las áreas . Además, la propia ley establece que la formación y el acceso a la función docente deberán incluir estos contenidos , por lo que integrarlos en tu programación demostrará que estás actualizado/a y preparado/a para los retos actuales de la educación.

  • Desarrollo de competencias clave: El enfoque ecosocial contribuye directamente a varias competencias clave. Por ejemplo, fomenta la competencia en conciencia y ciudadanía (al aprender normas de convivencia, empatía, respeto al medio ambiente), la competencia de aprender a aprender (al abordar proyectos complejos y reales), la competencia social (trabajo en grupo, resolución pacífica de conflictos) e incluso la competencia lingüística y STEM, al investigar, dialogar y explorar fenómenos naturales. Todo ello dentro de situaciones significativas para el niño.

  • Motivación y aprendizaje significativo: Los niños y niñas se involucran más cuando sienten que lo que aprenden tiene sentido en su mundo. Temas como cuidar las plantas del cole, reciclar para salvar a los animales marinos o conocer cómo viven niños de otros países despiertan su curiosidad natural. Un enfoque ecosocial conecta con sus experiencias (por ejemplo, todos ven basura en el suelo del patio alguna vez, o han ido al parque y observado insectos) y les permite aprender haciendo y sintiendo. Esto genera un aprendizaje más profundo y duradero.

  • Formación en valores desde la infancia: Diferentes expertos señalan la urgencia de no educar "como si nada pasara". Debemos preparar al alumnado para la incertidumbre y complejidad del mundo actual, aportándoles herramientas de pensamiento crítico y valores sólidos . La infancia es la etapa ideal para empezar a cultivar hábitos y actitudes positivas: asombro por la naturaleza, empatía hacia otros seres, colaboración con sus iguales. Estudios en educación ecosocial resaltan que es fundamental practicar la acción ecosocial desde las edades más tempranas , de modo que esos valores echen raíces en su desarrollo. Como futuros docentes, al integrar este enfoque estamos “sembrando” en nuestros alumnos la semilla de una nueva ciudadanía global consciente, capaz de actuar localmente y comprender los procesos globales desde sus primeros años de vidafuhem.es.

  • Distinción en las oposiciones: Incluir un marcado enfoque ecosocial en tu programación didáctica puede hacerte destacar frente a otros candidatos. Demuestra no solo que dominas el currículo, sino que tienes una visión pedagógica comprometida y actual. Los tribunales valoran propuestas originales, rigurosas y coherentes con las tendencias educativas vigentes. Una programación que articule proyectos de sostenibilidad, colaboración con la comunidad y formación en valores universales, presentada de forma creativa, seguramente llame la atención positivamente.


Claves para integrar el enfoque ecosocial en tu programación: Antes de pasar al diseño concreto de unidades y actividades, aquí van algunos pasos y consejos prácticos para asegurarte de que tu programación anual refleja una sólida perspectiva ecosocial:


  1. Revisa el currículo LOMLOE de Educación Infantil: Identifica dónde el currículo oficial menciona aspectos relacionados con valores, medio ambiente, salud, convivencia, etc. Por ejemplo, el currículo LOMLOE de Infantil (Real Decreto 95/2022) organiza los contenidos en tres áreas: Crecimiento en armonía, Descubrimiento y exploración del entorno y Comunicación y representación de la realidad. En todas ellas hay referencias a inculcar hábitos saludables y sostenibles, a respetar el entorno y a convivir en sociedad. De hecho, se explicita la necesidad de fomentar “hábitos sostenibles y eco-socialmente responsables” en la vida cotidiana del aula. Ten presentes esas orientaciones para hacer un mapa de contenidos ecosociales que puedas abordar a lo largo del curso.

  2. Define tus objetivos ecosociales: ¿Qué pretendes lograr en tus alumnos en términos de actitudes y valores hacia el entorno y los demás? Quizá desarrollar empatía hacia los seres vivos, adquirir hábitos de consumo responsable (ahorro de agua, luz), participar en tareas colaborativas, respetar la diversidad cultural, etc. Formula de 3 a 5 objetivos generales de etapa que estén relacionados con el enfoque ecosocial, y luego concrétalos en objetivos didácticos para cada unidad. Por ejemplo: “Que los alumnos valoren la naturaleza próxima y muestren actitudes de cuidado hacia plantas y animales”, o “Que comiencen a comprender la idea de ciudadanía global, identificando que en el mundo hay distintas culturas y todas merecen respeto”.

  3. Incorpora contenidos y experiencias significativas: Una vez claros los objetivos, piensa en situaciones de aprendizaje que permitan alcanzarlos. Estos pueden ser proyectos, unidades temáticas o centros de interés que recorran el año escolar. Incluye contenidos de conocimiento (p. ej., estaciones del año vinculadas al clima, oficios de la comunidad local, cuentos de otras culturas, animales y plantas de su entorno, etc.) cruzados con situaciones de la vida real. Elige temáticas cercanas al niño pero que también abran su mirada (la familia y la comunidad, el barrio y sus lugares naturales, celebraciones culturales, el cuidado del colegio, pequeños problemas ambientales cercanos como la basura en el patio…). Cada bloque de contenidos debe integrar valores: si aprenden sobre los animales, que también aprendan a protegerlos; si hablan de la comida, introducir nociones de alimentación saludable y sostenible, y así sucesivamente.

  4. Planifica metodologías activas y participativas: El enfoque ecosocial va de la mano de metodologías como el aprendizaje por proyectos, el trabajo cooperativo, el aprendizaje servicio o las experiencias lúdicas en entornos reales. En tu programación, describe cómo vas a implementar estas estrategias. Por ejemplo, puedes indicar que trabajarás mediante proyectos trimestrales, que usarás rincones y talleres relacionados con medio ambiente (el rincón de ciencias con plantas, el rincón artístico con materiales reciclados, etc.) y que promoverás el juego al aire libre siempre que sea posible. Ten en cuenta que el método también educa: prácticas participativas, diálogo en asamblea, toma de decisiones conjunta con los niños (por ejemplo, elegir juntos el nombre de la mascota del aula o decidir qué hacer con los restos de papel) les enseñan ciudadanía de forma práctica. En este sentido, dar protagonismo al alumnado es esencial: haz que ellos sean parte activa de cuidar el aula y el entorno, que tomen iniciativas (bajo tu guía) para resolver problemas que detecten. Esto refuerza su sentido de responsabilidad, un pilar de la educación ecosocial.

  5. Prevé la evaluación y la reflexión: Aunque en Infantil la evaluación es fundamentalmente cualitativa y formativa, puedes mencionar que observarás indicadores relacionados con el enfoque ecosocial. Por ejemplo, si un objetivo era adquirir hábitos sostenibles, indicarás que observarás si al terminar el curso los niños apagan la luz al salir del aula espontáneamente, se sirven el agua sin derrochar, recogen los materiales para reciclar al terminar una actividad, etc. También evalúa sus progresos en habilidades sociales: ¿juegan en grupo sin excluir a nadie? ¿muestran más empatía cuando algún compañero está triste?. Describe brevemente cómo recogerás evidencias (anecdotarios, listas de control, portfolios con dibujos o fotos de sus proyectos ecológicos) y cómo involucrarás a las familias en esa evaluación (comentándoles los logros en hábitos en las tutorías, por ejemplo). Esto mostrará al tribunal que tu programación cierra el círculo: enseñar, hacer y valorar en coherencia con los valores ecosociales.


Con esta base sólida en tu programación anual, estás listo/a para diseñar las unidades concretas que materializarán ese enfoque a lo largo del curso. A continuación, veremos cómo crear unidades de situación, proyectos o situaciones de aprendizaje que lleven al aula toda esta filosofía de forma práctica y atractiva para los pequeños.




Diseño de unidades de situación y proyectos ecosociales en Educación Infantil


El corazón de tu programación son las unidades didácticas o proyectos que desarrollarán, en el día a día, los objetivos y contenidos planificados. Con la LOMLOE ha cobrado fuerza el concepto de “situaciones de aprendizaje”, que hace referencia a unidades más flexibles, centradas en contextos reales y en el desarrollo competencial del alumnado. Diseñar unidades de situación o proyectos con enfoque ecosocial significa idear experiencias de aprendizaje integradoras, donde los niños y niñas de infantil se enfrenten a pequeñas “aventuras” relacionadas con el cuidado del entorno, la vida en comunidad y la comprensión del mundo.


¿Cómo debe ser una unidad ecosocial? Debe cumplir con las mismas características de cualquier buena unidad didáctica (tener objetivos claros, contenidos, actividades secuenciadas, atención a la diversidad, evaluación...), pero contextualizada en un marco ecosocial. Algunas características a considerar:


  • Tema relevante y cercano: Elige una temática que conecte con los intereses de los niños pero que a la vez introduzca un valor ecosocial. Por ejemplo, “El huerto de Infantil” aprovecha el interés natural de muchos niños por plantar y regar, y a la vez les enseña sobre naturaleza, responsabilidad y alimentación sana. Otro ejemplo: “Los Superhéroes del Reciclaje”, un proyecto en el que la clase se convierte en un equipo que rescata el aula del “monstruo de la basura”, hace divertido el aprendizaje sobre reciclaje y consumo responsable. También puedes partir de problemas o situaciones reales: un día encuentran el patio lleno de hojas o basura después de una tormenta, aparece un pajarito herido cerca de la escuela, celebráis el Día de la Paz y surge hablar de ayudar a otros niños. Estos detonantes pueden dar pie a unidades muy significativas.

  • Enfoque globalizado e interdisciplinar: En infantil no se separa por asignaturas, pero sí por áreas de desarrollo. Un buen proyecto ecosocial tocará las tres áreas de la etapa. Por ejemplo, en “Nuestro pequeño huerto”:

    • Área de Crecimiento en armonía: los niños aprenden hábitos de cuidado personal y del entorno al mancharse las manos con la tierra y luego lavarlas, desarrollan autonomía al responsabilizarse de regar su plantita cada día, trabajan en equipo y gestionan emociones (la paciencia de esperar a que crezca la planta, la alegría de ver el primer brote).

    • Área de Descubrimiento y exploración del entorno: obviamente, exploran la ciencia de las plantas, el ciclo de crecimiento, las partes de una flor, el clima (¿por qué la planta necesita sol?), etc., adquiriendo vocabulario y conceptos científicos básicos. También pueden salir al entorno (visitar un jardín, invitar a un jardinero local) conectando con la comunidad.

    • Área de Comunicación y representación: dibujan su planta en distintas fases (expresión artística), llevan un cuaderno con fotos o pegatinas cada semana (representación documental), quizá inventan junto al docente una canción o poema sobre las plantas (lenguaje y comunicación), exponen orgullosos lo que han hecho a otras clases o a sus familias (expresión oral).


    Así vemos que un mismo proyecto ecosocial integra múltiples aprendizajes y competencias: desde las científicas hasta las lingüísticas, pasando por las sociales y cívicas. Este enfoque globalizado es muy acorde con la filosofía LOMLOE de aprendizaje competencial y significativo.


  • Actividad investigadora y lúdica: Las situaciones de aprendizaje ecosociales suelen plantear un pequeño reto o misión que los niños deben resolver con la guía del docente. Siguiendo con Los Superhéroes del Reciclaje, podríamos iniciar la unidad con una situación problemática: la papelera del aula “ha explotado” y hay papeles por el suelo, además llega una carta misteriosa de un personaje (un superhéroe ecológico) pidiendo ayuda para vencer al monstruo de la basura. A partir de ahí, los niños, motivados por el juego de rol, investigan ¿cómo podemos reducir la basura?; aprenden a separar residuos con juegos de clasificación, hacen manualidades con materiales reciclados para “quitarle poder” al monstruo, crean carteles para el cole con pictogramas de reciclaje, etc. El componente lúdico y narrativo engancha a estas edades, mientras que en el fondo están adquiriendo conocimientos y valores ambientales. Recuerda incluir en cada unidad actividades variadas: cuentos, experimentos sencillos, salidas, asambleas de discusión, juego simbólico, canciones, manualidades... La variedad garantiza atender a distintos estilos de aprendizaje y mantener el interés.

  • Participación y cooperación: En un proyecto ecosocial es importante que haya tareas colectivas donde los niños colaboren. Por ejemplo, en “Mi barrio, mi gente” (unidad centrada en ciudadanía), podrías organizar que en grupos creen maquetas de edificios importantes del barrio con materiales reciclados (unos hacen “el parque”, otros “el mercado”, otros “la biblioteca”) y luego montar entre todos un gran mural o maqueta del barrio. Cada grupo debe cooperar, y después se unen todas las piezas en un trabajo común que decorará el aula. Estas dinámicas les enseñan a trabajar en equipo, repartir roles (quién pega, quién pinta, quién recorta) y apreciar el resultado colectivo. El aula se convierte en una pequeña comunidad, reflejo de la gran comunidad.

  • Vínculo con los ODS y la Agenda 2030: Aunque los niños de infantil no van a aprenderse los Objetivos de Desarrollo Sostenible como tal,  como docente-opositor sí debes tenerlos de referencia. Muchas de tus unidades ecosociales se pueden enmarcar en uno o varios ODS. Por ejemplo, un proyecto de hábitos saludables y huerto escolar se alinea con el ODS 3 (Salud y bienestar) y ODS 2 (Hambre cero) en su vertiente de alimentación sostenible; un proyecto de reciclaje y reducción de residuos claramente con ODS 12 (Producción y consumo responsables); una unidad de respeto y convivencia enlaza con ODS 16 (Paz, justicia e instituciones sólidas); una unidad de diversidad cultural con ODS 10 (Reducción de las desigualdades), etc. Esto no necesariamente lo explicas a los niños, pero sí puedes mencionarlo en tu programación escrita o ante el tribunal, mostrando que tus propuestas contribuyen a metas globales de la Agenda 2030. ¡Le dará un toque muy profesional y consciente a tu defensa!

  • Flexibilidad y atención a la diversidad: Todo proyecto debe adaptarse a las características de tu grupo. Indica cómo contemplas la inclusión de todos: materiales sensoriales para alumnos con necesidades especiales, roles sencillos para los más tímidos, extensión de la actividad para los que van más rápido, etc. El enfoque ecosocial de por sí favorece la inclusión, porque suele apoyarse en experiencias prácticas (buenas para distintos estilos de aprendizaje) y en el trabajo cooperativo (todos pueden aportar algo). Por ejemplo, en una actividad de huerto cada niño puede hacer una tarea según sus posibilidades: uno cava un agujero (motricidad gruesa), otro echa la semilla (coordinación fina), otro recuerda la secuencia de pasos en voz alta (apoyo verbal), etc., y entre todos logran plantar. También procura traer referentes diversos a tus unidades: cuentos con protagonistas de distintas etnias y realidades familiares (para mostrar diversidad social), imágenes de niñas y niños rompiendo estereotipos (niñas científicas, niños cuidadores), así todos se ven reflejados y se educa en igualdad.


Ahora bajemos a tierra estas ideas con ejemplos concretos de unidades de aprendizaje ecosocial que podrías incluir en tu programación de Educación Infantil:




Ejemplos de proyectos y situaciones de aprendizaje con enfoque ecosocial:


  • Proyecto “Pequeños guardianes de la Tierra”: Un hilo conductor durante todo el curso, donde cada mes la clase se enfoca en “proteger” algo del planeta. Un mes “el agua” (aprenden a no malgastarla, juegan con agua y arena para entender su importancia, hacen carteles en los baños para recordar cerrar el grifo), otro mes “los animales” (conocen una especie local, quizás apadrinan simbólicamente un animalito, visitan una granja escuela), otro “los bosques” (leen cuentos sobre árboles, plantan semillas, celebran el Día del Árbol haciendo un collage colectivo). Este proyecto macro incluye miniunidades temáticas y puede cerrar con una “Fiesta de la Tierra” invitando a las familias, donde los niños muestren todo lo que han aprendido (cantan canciones, exhiben sus trabajos manuales hechos con reciclaje, etc.). Es una manera de articular varias situaciones de aprendizaje diferentes bajo un mismo enfoque global de sostenibilidad.

  • Unidad didáctica “Nuestro amigo el árbol”: Pensada, por ejemplo, para otoño. El detonante es encontrar hojas caídas en la clase o la visita a un parque cercano. Se investiga sobre los árboles: partes del árbol, por qué se caen las hojas, qué nos dan los árboles (sombra, frutas, oxígeno – adaptado a su comprensión). Se hacen actividades como abrazar árboles en el patio para sentirlos, recoger hojas y clasificarlas por colores o tamaños (matemáticas sencillas), estampar hojas con pintura (arte), aprender poemas cortos sobre árboles. Como componente social, la clase adopta un árbol del patio o de la calle: le ponen nombre, lo visitan regularmente, lo riegan si hace falta y le quitan papeles de alrededor, convirtiéndose en sus cuidadores. Con esto desarrollan apego y responsabilidad hacia un ser vivo. Al final de la unidad, organizan un pequeño “museo del árbol” invitando a otras clases: muestran sus hojas secas, sus dibujos de árboles de muchos colores, explican con sus palabras cómo cuidaron de su árbol amigo. Esta unidad toca el amor a la naturaleza y también valores de cuidado comunitario (el árbol es de todos, embellece el entorno común).

  • Situación de aprendizaje “La vuelta al mundo en mi escuela”: Un proyecto con enfoque de ciudadanía global y diversidad cultural. A través de la decoración del aula y de la participación de las familias, se convierte la clase en un viaje imaginario. Cada semana “visitan” un país o cultura diferente: por ejemplo, en la semana de África, el aula se decora con telas de colores, se escuchan canciones africanas, algún papá o mamá de origen africano (si lo hay, o un invitado externo) cuenta un cuento tradicional, los niños prueban una fruta tropical en la merienda. En la semana de Asia, se aprende a saludar en chino o japonés, se mira un mapamundi para localizar el país, se hace un taller de farolillos de papel o máscaras de dragón por el año nuevo chino, etc. Este proyecto obviamente amplía sus horizontes culturales (competencia intercultural) y a la vez transmite respeto y curiosidad por otras formas de vida, combatiendo estereotipos desde pequeñitos. Se puede enlazar con sostenibilidad si, por ejemplo, en cada lugar se habla de un animal emblemático en peligro (el león en África, el oso panda en Asia) y la necesidad de cuidarlo. La culminación puede ser una “Feria de los niños del mundo” donde cada rincón del aula muestra lo aprendido de un continente, y las familias rotan viendo las creaciones de los peques. Esta situación de aprendizaje promueve la ciudadanía mundial que la LOMLOE destaca – entendiendo lo diferentes pero interconectados que estamos en el planeta.

  • Proyecto “Manos a la obra: mejoramos nuestra escuela”: Aquí la clase detecta junto con la maestra alguna necesidad real en el centro educativo. Por ejemplo, mantener limpio el patio, embellecer un rincón del colegio, ayudar a los conserjes en algo sencillo, o montar una campaña de solidaridad (recogida de juguetes usados para donar, por ejemplo, aprovechando Navidad). Los niños participan activamente: si es limpiar el patio, se pueden convertir en “inspectores del patio” una vez a la semana con petos y pinzas de cartón para recoger papeles (siempre bajo supervisión y con seguridad); si es decorar, pueden pintar macetas y plantar flores en la entrada; si es la campaña solidaria, pueden hacer dibujos para animar a otras clases a donar juguetes o libros. Este tipo de proyecto es una forma de aprendizaje-servicio adaptado a infantil: hacen un servicio a su comunidad cercana (la escuela misma o el barrio) y aprenden con ello. Vivencian la solidaridad, la cooperación inter-edad (quizá colaboran con alumnos mayores), la satisfacción de cuidar su entorno inmediato. Además, rompe la burbuja del aula y conecta la escuela con la realidad, haciéndoles sentir útiles y capaces de lograr cambios a pequeña escala.


Para cada unidad o proyecto de este tipo, en tu programación debes detallar los elementos curriculares: competencias que se trabajan, criterios de evaluación (p. ej., “muestra interés por conocer otras culturas” o “participa activamente en la plantación respetando las normas”), recursos (materiales reciclados, jardín del cole, bibliografía de cuentos, etc.) y atención a la diversidad. No olvides mencionar también la implicación de las familias cuando proceda (que lleven materiales, que participen en alguna actividad, etc.), ya que la LOMLOE insiste en la colaboración con las familias en infantil. Todo esto demostrará que tus unidades están cuidadosamente diseñadas, son viables y están alineadas con el enfoque ecosocial y el currículo vigente.


Actividades y orientaciones prácticas para una educación ecosocial en el aula de Infantil


Tras planificar la programación global y las unidades, llega el momento de la puesta en práctica en el aula. En esta sección te proponemos actividades concretas, ideas diarias y consejos que podrás aplicar en tu clase (y mencionar en tu programación y defensa) para llevar el enfoque ecosocial del papel a la realidad. Son orientaciones prácticas que harán que tu aula de infantil respire sostenibilidad, convivencia y creatividad a cada momento.


Rutinas sostenibles y hábitos ecosociales en el aula


Las rutinas diarias son poderosas herramientas educativas en Infantil. A través de ellas, los niños interiorizan hábitos casi sin darse cuenta. Aprovecha las rutinas para inculcar valores ecosociales:


  • El encargado ecológico del día: Entre los roles rotativos (pasar lista, ser el líder de la fila, etc.), introduce el “encargado de la luz y el agua”. Este niño o niña tendrá la misión de apagar las luces cuando salgan al patio, revisar que no quede ningún grifo goteando tras el aseo, y regar la plantita del rincón natural si la tierra está seca. Con este simple rol, estás creando conciencia de ahorro energético y de cuidado de seres vivos. Verás cómo les encanta la responsabilidad y pronto todos querrán hacerlo correctamente.

  • La canción de recoger y reciclar: Transforma la clásica rutina de recoger los juguetes o materiales en una actividad de aprendizaje. Puedes inventar una canción corta sobre reciclar (por ejemplo: “Cada cosa a su lugar, para poder reutilizar. El papel al contenedor, y el plástico por favor…” con alguna melodía sencilla). Al final de cada actividad, al sonar la canción, todos cantan mientras clasifican residuos: papeles de un trabajo manual a la caja de papel usado, envases de yogur de la merienda al contenedor amarillo que tengáis en clase, restos orgánicos (cáscaras de fruta) a un cubito para compost si existe huerto. Al hacerlo rutinario y divertido, los niños asocian el recoger con cuidar el entorno. Importante: adapta el sistema de reciclaje a su edad (usa cajas de cartón con dibujos en lugar de los complicados códigos de color de adultos, inicialmente) para que lo entiendan.

  • Eco-aseo y alimentación responsable: La hora del aseo y la merienda también ofrecen lecciones. Enseña a no malgastar agua y papel: por ejemplo, una actividad inicial puede ser “¿Cuántas toallitas de papel necesito para secar mis manos?” haciendo un pequeño experimento para concluir que con una es suficiente la mayoría de veces. Pega pegatinas junto al dispensador de jabón recordando “una gotita basta” y junto al papel “usa solo lo necesario”. Con el tiempo, elogiarás a quien lo hace bien: “Veo que Lucía ha usado solo una toalla, ¡genial, así cuidamos los árboles!”. En la merienda o desayuno, anima a que traigan fiambreras reutilizables en lugar de papel de aluminio, y botella rellenable en vez de botellas desechables. Esto se puede lograr con comunicación a las familias: por ejemplo, en la reunión inicial de curso, propone el “almuerzo residuo cero” para que todos colaboren. En clase, cada día podéis pesar o comparar cuánta basura queda tras la merienda; si logran reducirla semana a semana, felicítalos y haz un conteo visual con stickers en una gráfica. Es un mini-proyecto de consumo responsable en sí mismo.

  • El saludo y la asamblea de la empatía: Más allá de lo ambiental, en lo social establece rutinas que fomenten la convivencia y la ciudadanía. Por la mañana, al saludar, podéis usar un saludo afectuoso o simbólico diferente cada día (chocar los cinco, darse un abrazo rápido, una sonrisa diciendo “buenos días” mirando a los ojos). Esto crea un clima de respeto y cercanía. En la asamblea matutina, dedica unos minutos a que algún niño cuente cómo se siente (educación emocional) y anima a los demás a escuchar con atención y mostrar apoyo. Por ejemplo: “Juan dice que está triste porque su hermano está enfermo; ¿qué le podemos decir o hacer para que se sienta mejor?” Estas pequeñas acciones cultivarán la empatía y la ayuda mutua, componentes esenciales de una ciudadanía global solidaria. También en la asamblea, cuando surja un conflicto entre dos niños, trátalo como aprendizaje: media un diálogo donde ambos expresen sus sentimientos y busquen juntos una solución (“Pedrito ha tomado el juguete de Ana sin pedirlo, ¿cómo podemos arreglarlo?”), reforzando la cultura de paz desde el aula. Recuerda que la LOMLOE promueve la educación emocional y en valores de forma transversal, y tus rutinas son terreno fértil para ello.


Estas rutinas, al ser constantes, construirán poco a poco en tus alumnos hábitos de vida sostenibles y actitudes respetuosas. Como apunta el currículo, se trata de que integren “hábitos sostenibles y eco-socialmente responsables relacionados con [...] el cuidado del entorno” en su día a día. Y tú, como docente, ¡serás el modelo y guía en ese proceso!


Juegos, talleres y recursos lúdicos para concienciar sobre el entorno


En Educación Infantil, jugando es como mejor se aprende. Por eso, te sugerimos algunas actividades lúdicas y talleres creativos con trasfondo ecosocial que puedes incorporar a tus unidades (o usar como inspiraciones sueltas según interese):


  • El juego del reciclaje: Prepara un juego de movimiento para repasar la clasificación de residuos. Coloca en un extremo del patio o sala tres contenedores grandes (pueden ser cajas decoradas con colores o caritas: uno para papel, otro para plástico, otro para orgánico). En el otro extremo, reparte a cada niño un objeto o tarjeta que represente basura (una botella de plástico vacía, una cáscara de plátano falsa hecha con goma eva, un papel de revista, etc.). Al decir “¡A reciclar!”, los niños deberán llevar su “basura” corriendo al contenedor correcto. Puedes hacerlo tipo carrera de relevos por equipos, o simplemente todos a la vez en varias rondas cambiando los objetos. Cada vez, comentad qué era ese residuo y por qué va en tal contenedor. Es una actividad física y divertida, casi un juego de pilla-pilla, que les encanta y refuerza el aprendizaje de reciclaje. Si pones música rítmica de fondo, mejor aún. Este juego combina educación ambiental con ejercicio físico.

  • Taller de arte reciclado: Organiza un taller de manualidades donde los únicos materiales sean desechos limpios: cartones, botellas, tapones, retazos de tela, periódicos, etc. Puedes proponer una creación conjunta, por ejemplo: construir un “robot ecológico” con cajas y botellas que traigan de casa, o hacer instrumentos musicales (maracas con botellas y legumbres, tambores con latas y globos). Mientras crean, habla con ellos sobre cómo estamos dando “una segunda vida” a esos objetos en vez de tirarlos. Luego, ese robot puede quedarse como “mascota” de la clase que les recuerde reciclar, o usar los instrumentos en una sesión de música. Este tipo de taller potencia la creatividad, la psicomotricidad fina y les enseña de forma tangible el valor de reutilizar. Además, trabajas la competencia artística y cultural de manera sostenible.

  • Cuentacuentos ecológico: Aprovecha el poder de los cuentos. Hay muchos cuentos infantiles sobre medio ambiente y valores. Por ejemplo: “¿A qué sabe la luna?” (trabajo en equipo), “El hombrecito verde” (sobre un bosque contaminado y limpiado), “Los tres cerditos” (se puede reinterpretar en clave de construcción sostenible o colaboración), “Greta y los gigantes” (inspirado en Greta Thunberg, adaptado a niños), o “Por cuatro esquinitas de nada” (sobre inclusión y diversidad). Tras leer un cuento, realiza una pequeña dinámica: en “Greta y los gigantes”, que trata de una niña que lucha por un bosque, podrías hacer que planten una semilla cada uno para “ayudar a Greta”; con “Por cuatro esquinitas de nada”, practicar la inclusión en el juego diario. Dramatizaciones: también puedes dramatizar con muñecos un mini cuento como “Pedro y el plástico en el río” (inventado para enseñar a no tirar basura al agua) y luego invitarles a pescar (con una caña imantada) objetos de un “río” dibujado en el suelo, clasificando los que son basura vs. los peces que sí deben estar. Los cuentos generan empatía y transmiten mensajes de manera muy efectiva a los peques.

  • Juegos de simulación y experimentos sencillos: Por ejemplo, para enseñar el efecto de contaminar el agua, puedes hacer un experimento visual: llenar dos recipientes con agua limpia, en uno agregar “basura” (papelitos, un poco de aceite, restos orgánicos) y preguntar cuál preferirían para que beba un pez o para regar una planta. Esto, hecho a escala infantil con sus observaciones, les hace ver el impacto de la contaminación. Otro juego de simulación: simular un mercadillo o supermercado sostenible en clase. Prepara con ellos un puestecito con envases vacíos, bolsas reutilizables, dinero de juguete; unos hacen de vendedores, otros de clientes, siempre llevando sus bolsas de tela y comprando “a granel” (podrías tener tarros con lentejas, arroz para que midan con una tacita y viertan en bolsas de papel). Se divertirán jugando a la tienda mientras practican nociones de medida, números y además interiorizan conceptos como no usar plásticos de un solo uso y valorar los alimentos.

  • Excursiones y aprendizaje al aire libre: Ninguna educación ecosocial estaría completa sin experiencias directas con la naturaleza y la comunidad. Planifica salidas sencillas: una visita al parque cercano para recoger hojas, una excursión a un jardín botánico o al zoo (con enfoque en conservación animal), una salida a una granja escuela o huerto urbano donde puedan plantar y ver animales de corral. También visitas dentro del barrio: ir a conocer la biblioteca pública (ciudadanía), la panadería (alimentación y comunidad), el mercado local (consumo). Estas salidas refuerzan lo trabajado en clase y hacen que los niños establezcan conexiones reales. Por ejemplo, tras aprender en clase sobre alimentos saludables, visitar una huerta o mercado y comprar fruta para la clase es una vivencia que no olvidarán. Igualmente, participar en un Día del árbol comunitario plantando árboles con otras familias, o en el Día de la limpieza de espacios naturales recogiendo basura en un parque (adaptado a su edad y con seguridad) junto a voluntarios, les hace sentirse parte activa del cambio. Obviamente, estas actividades requieren la implicación de compañeros y familias, pero son oro puro en una programación ecosocial.


Recuerda que la diversión y la emoción son aliadas del aprendizaje en infantil. Cada juego o taller que propongas, por lúdico que sea, estará asentando conocimientos o actitudes. Mantenlos variados y adaptados al nivel de 3-6 años: periodos cortos, instrucciones claras, apoyo visual abundante, y siempre dejando espacio a la espontaneidad de los peques. ¡Muchas veces ellos te sorprenderán dándole giros creativos a las actividades que ni imaginabas!

Implicación de las familias y la comunidad en el enfoque ecosocial


Un componente clave del éxito de la educación ecosocial es la coherencia entre escuela, familia y entorno social. En infantil, la relación con las familias es muy estrecha, y la LOMLOE recalca la necesidad de cooperar con ellas y con el entorno. Aquí van algunas orientaciones para involucrar a los padres, madres y la comunidad en tus proyectos ecosociales:


  • Comunicación y sensibilización a las familias: Desde el inicio del curso, transmite a las familias la importancia del enfoque ecosocial. Puedes hacerlo en la reunión inicial, explicando que durante el año se trabajarán valores de sostenibilidad, hábitos saludables, etc., e invitarles a sumarse con pequeños gestos en casa. Por ejemplo, si en clase estáis con el proyecto de reducir residuos, sugiéreles que impliquen a sus hijos en el reciclaje doméstico o que os cuenten iniciativas familiares (como ir a comprar con bolsas de tela). También usar el canal de comunicación (agendas, blog de aula, WhatsApp según el centro) para mandar “eco-consejos de la semana” o reportar logros: “Esta semana los niños han aprendido sobre el ahorro de energía, en casa podéis repasar pidiéndoles que apaguen las luces que no usen”. Cuando los padres ven que la escuela refuerza valores positivos, tienden a apoyar y continuarlos en casa. Educar ecosocialmente es tarea compartida.

  • Talleres y participación de padres/madres: Invita a las familias a ser parte activa en algunas actividades. Por ejemplo, organizar un taller de juguetes reciclados en el que papás, mamás y peques construyan juntos un juguete con materiales de desecho (un coche con botellas, un títere con calcetines viejos...). O un taller de cocina saludable con recetas sencillas (brochetas de fruta, smoothies) donde además se hable de no tirar comida y compostar los restos. Estas actividades conjuntas no solo enseñan, sino que crean comunidad educativa: padres, docentes y niños aprendiendo juntos.

  • Proyecto colaborativo con familias: El diario ecosocial: Una idea bonita es tener un peluche o mascota viajera de la clase (por ejemplo, un muñeco llamado Ecopi) que cada fin de semana va a casa de un niño diferente con un diario. La familia debe hacer con el niño una actividad ecosocial (puede ser ir al parque a plantar algo, separar la basura juntos, visitar a los abuelos fomentando valores familiares, cualquier acción de cuidado) y luego ayudan al niño a dibujar o pegar fotos en el diario contando la experiencia. El lunes, el pequeño relata a sus compañeros lo que hizo Ecopi con su familia. Esto genera un intercambio muy enriquecedor: los niños se inspiran mutuamente, las familias se involucran de forma lúdica, y todos ven la diversidad de aportes (una familia compostó cáscaras, otra donó ropa usada, etc.). Al final de curso tendréis un hermoso diario viajero lleno de experiencias sostenibles vividas en casa.

  • Apertura a la comunidad: Si es posible, conecta tu aula con agentes del entorno. Invita a profesionales o voluntarios locales a hablar o mostrar algo a los niños: un bombero (hablar de ayuda y prevención, enlazando con cuidar a los demás), un miembro de una ONG ecologista local que traiga, por ejemplo, marionetas de animales y cuente cómo los cuidan, una abuela o abuelo del barrio que sepa canciones tradicionales (valorando la cultura local, diversidad generacional). Estas visitas amplían la visión de los peques y les enseñan que cuidar el entorno y a los demás es tarea de todos los ciudadanos. También, si haces campañas (de juguetes, de libros, de alimentos) para ayudar, involucra a la comunidad educativa entera: coloca carteles hechos por los niños en la entrada del centro, coordina con la AMPA (Asociación de padres) para difundir. Un ejemplo exitoso es montar un “Mercadillo solidario”: los niños donan juguetes que ya no usan, las familias pueden “comprar” con un donativo simbólico, y lo recaudado se destina a una causa (protección animal, ONG infantil, etc.). Los mismos niños pueden, con apoyo, estar en los puestitos explicando sus juguetes. Esta actividad integra emprendimiento, conciencia solidaria y colabora con la comunidad local o global.

  • Culminación compartida de proyectos: Siempre que termines un proyecto ecosocial en clase, busca una forma de compartirlo con las familias. Puede ser con una pequeña exposición de los trabajos (que los padres vean el huerto escolar, o las manualidades hechas con material reciclado) o una presentación donde los niños canten una canción aprendida sobre la temática. Por ejemplo, tras “La vuelta al mundo en mi escuela”, organizar una merienda multicultural donde cada familia trae un plato de algún país y los niños enseñan alguna palabra en otro idioma que aprendieron. Estas celebraciones finales refuerzan el aprendizaje, permiten a los peques mostrar orgullosos sus logros y contagian a los padres la visión ecosocial. Además, cierran el ciclo de proyecto dando un merecido reconocimiento a los niños por su esfuerzo como pequeños agentes de cambio.

Involucrar a las familias y al entorno en el proceso educativo multiplica el impacto de tus acciones en el aula. Los niños perciben unidad de propósito y viven sus aprendizajes de forma más integrada en su vida cotidiana. Como docente que prepara oposiciones, contar con estas iniciativas demostrará tu capacidad para liderar proyectos educativos participativos y para extender el aprendizaje más allá de las paredes del aula, algo muy valorado en los contextos actuales.




Conclusión: educar para un futuro sostenible desde la etapa infantil


En conclusión, programar con enfoque ecosocial en Educación Infantil no es una moda pasajera, sino una necesidad y una oportunidad. La necesidad viene dada por el contexto actual: nos enfrentamos a desafíos globales (cambio climático, desigualdades, pérdida de biodiversidad) que exigen una ciudadanía formada en valores de sostenibilidad, paz y justicia. La LOMLOE recoge ese guante y nos pide, como docentes, que integremos la educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía mundial desde los primeros niveles educativos. Y la oportunidad está en nuestras manos: cada situación de aprendizaje que diseñamos, cada proyecto que ponemos en marcha en el aula infantil, puede ser un pequeño paso hacia ese mundo mejor que imaginamos.


Hemos visto cómo una programación didáctica ecosocial implica coherencia y creatividad: coherencia con los principios del currículo (competencias clave, pedagogía activa, inclusión) y creatividad para conectar esos principios con actividades emocionantes y significativas. Al adoptar este enfoque, estarás formando alumnado integral, niños y niñas que además de aprender colores, números o letras, aprenden a amar la naturaleza, a respetar a los demás, a pensar críticamente y a actuar con empatía. Son aprendizajes difíciles de medir con un examen, pero se reflejan en hábitos diarios y actitudes que les acompañarán toda la vida.


Para ti, opositor u opositora, incorporar el enfoque ecosocial puede ser también un factor diferenciador y motivador. Diferenciador, porque mostrará ante el tribunal tu compromiso con una educación transformadora y actualizada, respaldada por normativas y por corrientes pedagógicas innovadoras. Motivador, porque preparar estos proyectos y actividades te conectará con la esencia más vocacional de la docencia: la de ser agente de cambio social. Imagina la satisfacción de, dentro de unos años, ver a esos niños y niñas convertidos en jóvenes que reciclan de forma natural, que lideran iniciativas solidarias en su instituto, que tienen sensibilidad hacia los problemas del mundo. En parte, será fruto de la semilla que tú ayudaste a plantar en infantil.


Te animamos a que sigas profundizando en el enfoque ecosocial, investigando nuevas propuestas, materiales y metodologías. Existen numerosas guías y recursos (por ejemplo, la herramienta PROECOs de FUHEM o el portal Educación 2030 del Ministerio) que pueden inspirarte y aportarte ideas frescas. La educación ecosocial es un campo en crecimiento, donde la innovación docente y el intercambio de experiencias resultan fundamentales.


En definitiva, programar con un enfoque ecosocial en el marco de la LOMLOE es programar con visión de futuro. Es asumir que cada actividad en el aula, por sencilla que parezca, está educando a las nuevas generaciones en la forma de habitar el planeta y convivir como sociedad. Con las orientaciones y ejemplos de este artículo, tienes una base sólida para construir tu propia programación didáctica ecosocial, original y adaptada a tu contexto. Pon en ello tu conocimiento, tu creatividad y tu corazón, porque de esa mezcla nace la educación capaz de cambiar el mundo. Y recuerda: cada pequeño gesto cuenta, cada pequeño alumno cuenta... ¡y cada maestro comprometido también cuenta, y mucho! Tú puedes ser ese maestro o maestra que siembre conciencia ecosocial en sus alumnos desde Infantil. Prepara tu programación con entusiasmo y convicción, porque estás preparando también un futuro más sostenible y humano, clase a clase, proyecto a proyecto.


¡Mucho ánimo y éxito en tu camino opositor: tus aspiraciones y esfuerzo de hoy se convertirán en las sonrisas y logros de tus alumnos mañana. ¡Adelante con tu programación ecosocial, el mundo educativo te espera para crecer contigo!




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