Oposiciones de Infantil: Palabras Prohibidas que Pueden Arruinar tu Defensa ante el Tribunal. Soluciones.
- OPOSICIONES INFANTIL
- 8 abr
- 18 Min. de lectura
Actualizado: hace 2 días

¿Te imaginas haber dedicado meses a preparar tu exposición oral de la programación didáctica de Educación Infantil y perder puntos por usar las palabras equivocadas? Suena increíble, pero ocurre con más frecuencia de la que crees. En las oposiciones de infantil, cada detalle cuenta, especialmente cómo te expresas ante el tribunal. Un vocabulario inapropiado – impreciso, coloquial o falto de rigor – puede dar una mala impresión inmediata . La buena noticia es que puedes evitar estos errores comunes si sabes cuáles son las “palabras prohibidas” y cómo reemplazarlas.
En este artículo práctico y técnico te revelaremos qué expresiones debes evitar en tu defensa oral, por qué el tribunal las penaliza según los criterios de evaluación, y con qué alternativas profesionales puedes sustituirlas. Prepárate para afinar tu discurso, impresionar al tribunal y acercarte a tu plaza soñada. ¡Vamos a por ello!
La importancia de un lenguaje profesional en la defensa oral
La defensa oral de tu programación didáctica no consiste solo en explicar tu programación y unidad didáctica; también demuestra tu aptitud pedagógica y dominio de técnicas docentes ante un jurado exigente. Por eso, el lenguaje que utilices debe ser claro, preciso y profesional. De hecho, entre los criterios de calificación oficiales se incluye que el opositor mantenga “un hilo conductor coherente y con precisión léxica”, con una exposición “clara, ordenada, coherente y segura”, demostrando riqueza léxica y utilizando un vocabulario específico y actualizado . En otras palabras, se espera que hables como un docente competente, no como un estudiante nervioso.
Un lenguaje poco preciso o demasiado coloquial puede hacerte “sonar genérico o informal” y eso te resta puntos . Piensa que dispones de poco tiempo para convencer al tribunal y destacar. Si malgastas esos minutos con muletillas, vaguedades o términos inadecuados, estarás dificultando que el tribunal valore lo mejor de tu programación. En cambio, si cuidas tu expresión verbal, transmitirás confianza y profesionalidad, facilitando que los examinadores se centren en tus buenas ideas.
En las siguientes secciones veremos palabras y expresiones “prohibidas” o contraproducentes en la exposición oral de oposiciones de Infantil, entenderemos por qué deberías evitarlas según la percepción profesional del tribunal, y te propondremos alternativas eficaces para reformular tu discurso con un lenguaje más técnico, preciso y convincente.
Palabras y expresiones prohibidas en tu exposición oral de Infantil
A continuación, recopilamos las palabras, frases y muletillas más desaconsejadas durante la defensa oral, divididas por categorías. Estas expresiones, si bien son comunes en el habla cotidiana, pueden arruinar tu defensa ante el tribunal de oposiciones. Toma nota y revísalas en tu propio guion para eliminarlas o sustituirlas.
Términos imprecisos y genéricos (ej. “cosas”, “algo”)
Uno de los errores más frecuentes es usar palabras comodín que no dicen nada concreto, como “cosas”, “algo”, “tema” o “muchas cosas”. Por ejemplo: “En el aula haré varias cosas para fomentar la lectura”. ¿Qué “cosas”? Ese tipo de vaguedades hacen que tu discurso suene poco profesional y falto de contenido. El tribunal no sabrá exactamente a qué te refieres y puede percibir que no dominas el tema o que no has preparado suficientes detalles.
¿Por qué evitarlas? Los evaluadores buscan precisión y riqueza en tu lenguaje . Decir “cosas” o “algo” resta precisión a tu exposición y evidencia falta de claridad en tus ideas . Recuerda que estás defendiendo una programación llena de elementos específicos: objetivos, recursos, actividades, metodologías, evaluación, etc. Si tú mismo no los nombras de forma concreta, ¿cómo van a valorar que tu programación es sólida?
Alternativas profesionales: Sé específico. En lugar de “cosas”, nombra exactamente a qué te refieres. Por ejemplo, di “actividades lúdicas de animación a la lectura” en vez de “cosas para fomentar la lectura”. Usa términos técnicos apropiados: “elementos”, “aspectos”, “estrategias”, “recursos”, “herramientas”, “materiales”, según corresponda . Esto demuestra que manejas el vocabulario de un maestro y que tu programación tiene sustancia.
Del mismo modo, evita muletillas vacías como “etcétera” para cerrar listados importantes. Si dices “trabajaremos cuentos, canciones, etcétera”, el tribunal puede pensar que no sabes qué más añadir. Mejor concreta unos pocos ejemplos clave o añade “entre otros” solo cuando realmente has dado suficientes detalles.
Palabras vacías como “importante” o “interesante” (sin justificar)
Otro vicio común es abusar de adjetivos genéricos como “importante”, “muy interesante”, “fundamental” o “necesario” sin explicar por qué. En la defensa oral muchos opositores afirman “esto es muy importante” o “mi metodología es muy interesante” esperando impresionar, pero en realidad no aportan nada si no lo demuestran . El tribunal ya sabe que ciertos temas (como la educación emocional, la lectura, la diversidad) son importantes; lo que quiere oír es qué haces tú al respecto y por qué exactamente es relevante en tu programación.
¿Por qué evitarlas? Decir “es importante” sin más puede sonar a frase hecha o a muletilla aprendida. Peor aún, puede denotar falta de argumentos. El tribunal evaluará negativamente las afirmaciones vacías o no sustentadas, porque indican poca profundidad de reflexión. Recuerda que debes justificar cada afirmación que hagas: si algo es importante, ofrece datos, leyes o razones pedagógicas que respalden esa importancia.
Alternativas y cómo justificarlas: No se trata de desterrar por completo palabras como “importante” o “interesante”, sino de usarlas correctamente, siempre acompañadas de una justificación o ejemplo concreto. Por ejemplo, en lugar de decir “La educación emocional es importante” y quedarte ahí, podrías reformular: “Considero crucial abordar la educación emocional; de hecho, en España se registra aproximadamente un caso de ideación suicida juvenil al día, signo de la necesidad de trabajar las competencias emocionales en el aula”. Así has dado un dato real que respalda su importancia (en el podcast un preparador menciona la cifra de 11 suicidios diarios como contexto alarmante). Luego, inmediatamente, indica qué haces tú al respecto: “Por eso, mi programación incluye el programa RULER de educación emocional integrado en varias unidades, para dotar al alumnado de herramientas de gestión emocional”. Fíjate que con esta respuesta no solo has evitado la vaguedad de “es importante”, sino que has demostrado esa importancia con un problema real y has mostrado una solución práctica dentro de tu programación.
Lo mismo aplica a “esto es muy interesante para el alumno”. Si lo dices, añade “porque…” y conecta esa afirmación con la realidad del niño o con fundamentos pedagógicos. Por ejemplo: “este proyecto resultará muy interesante para el alumnado porque conecta con su realidad cotidiana: parte de los juegos populares que ellos ya conocen, lo que aumenta su motivación”. Siempre que utilices calificativos generales, amplíalos con un porqué, un para qué o un cómo. Así tu discurso ganará solidez y el tribunal percibirá reflexión y conocimiento detrás de cada frase.
Expresiones de duda o inseguridad (“creo que…”, “intentaremos…”, “más o menos”)
Nada puede minar más tu autoridad ante el tribunal que utilizar un lenguaje dubitativo al exponer tu programación. Frases como “creo que podría funcionar”, “intentaremos aplicar tal método”, “aproximadamente”, “más o menos”, e incluso coletillas como “¿vale?” al final de cada frase, transmiten inseguridad. Recuerda: en tu defensa tú eres el experto presentando su propuesta educativa; no puedes sonar como si ni tú mismo te fiaras del todo de tus métodos.
¿Por qué evitarlas? Este tipo de expresiones indican falta de confianza en tu propio plan o falta de preparación. El tribunal necesita escucharte hablar con convicción, mostrando certeza en lo que afirmas. Si tú dices “bueno, intentaré implementar el aprendizaje cooperativo”, podrías generar dudas: ¿lo intentará? ¿por qué no asegura que lo hará? ¿no está seguro de cómo aplicarlo? Igualmente, “creo que así los niños aprenderán mejor” suena débil; el tribunal podría pensar que “cree” porque no tiene evidencias. En definitiva, estos titubeos restan autoridad a tu discurso
.Alternativas profesionales: Habla con seguridad, usando frases firmes. Una técnica útil es afirmar con base en evidencias en lugar de opinar con incertidumbre. Por ejemplo, en vez de “Creo que esta metodología puede mejorar la atención”, di “Esta metodología mejora la atención, como han demostrado estudios recientes de neuroeducación”. Incluso podrías citar brevemente alguna fuente (“según indican Celio y colaboradores (2014) sobre aprendizaje-servicio”, como sugiere un experto ). Al hacerlo, pasas de una opinión personal débil (“creo que…”) a una afirmación apoyada en conocimiento científico o experiencia: “Se ha demostrado que…”.
Otra táctica es usar el presente o futuro indicativo con seguridad: en lugar de “intentaremos trabajar por rincones en el aula”, afirma “trabajaremos por rincones en el aula”. En lugar de “me gustaría implementar un proyecto de lectura”, di “voy a implementar un proyecto de lectura en el segundo trimestre”. Observa la diferencia: la segunda forma transmite compromiso y claridad de intención. Si te preocupa sonar demasiado tajante, recuerda que la seguridad no está reñida con la realidad. Puedes matizar con expresiones profesionales como “esta estrategia nos permitirá lograr…” en vez de “creo que nos permitirá” . También puedes usar la voz pasiva refiriendo a estudios o normativa: por ejemplo, “el método ABN ha demostrado mejorar la comprensión numérica en infantil”. Así, quitas el foco de tu opinión personal y lo llevas a un hecho reconocido.
Elimina muletillas de duda como “¿no?”, “¿vale?” o “¿eh?” al terminar frases. En su lugar, simplemente haz una pausa breve y continúa. Practica tus frases hasta sentirte cómodo afirmándolas sin titubeos. Confía en tu programación: si la has preparado a conciencia con base pedagógica, tienes razones para defenderla con seguridad.
Muletillas coloquiales y lenguaje excesivamente informal
Es natural sentirse nervioso durante la exposición oral, lo que lleva a muchos opositores a rellenar silencios con muletillas. Sin embargo, en este contexto esas palabras de relleno coloquiales resultan muy perjudiciales. Estamos hablando de expresiones como: “bueno…”, “pues…”, “vale”, “o sea…”, “en plan…”, “digamos que…”, “básicamente…”, incluso el omnipresente “¿sabes?” intercalado. Todas estas coletillas que usamos sin pensar en conversaciones informales deben desaparecer de tu defensa oral.
¿Por qué evitarlas? Por varias razones. Primero, ocupan un tiempo precioso sin aportar contenido (decir “básicamente” o “digamos que” no añade ninguna información relevante, es solo ruido verbal ). Segundo, restan profesionalidad: te hacen sonar inmaduro o poco preparado, casi como si estuvieras improvisando o hablando con un amigo, en vez de presentando un plan docente serio. Un tribunal de oposición espera de ti un registro formal y técnico; si tu discurso está salpicado de “en plan… bueno… pues eso…”, inconscientemente los miembros del tribunal pueden percibir que te falta soltura o que no te has preparado lo suficiente. En palabras de un preparador, tienes que sonar como docente y no como los alumnos del tribunal, y por ello hay que tener cuidado con expresiones excesivamente coloquiales
Además, estas muletillas suelen ser síntoma de nervios o de lagunas en el discurso. Si abusas de ellas, es posible que sea porque no tienes claro qué viene después o porque temes el silencio. Pero recuerda: un par de segundos de pausa para organizar tus ideas es mejor que llenar ese hueco con un “eh… bueno”. La pausa denota control y reflexión; la muletilla denota inseguridad.
¿Cómo evitarlas? El primer paso es ser consciente de ellas. Identifica cuáles son tus muletillas más frecuentes (cada persona tiene las suyas: unos dicen mucho “vale”, otros “entonces”, otros “¿ok?”...). Puedes pedir a alguien que te escuche o grabarte ensayando para detectarlas. Una vez detectadas, trabaja activamente en eliminarlas o reducirlas.
Algunas estrategias útiles:
Habla más despacio: Al ralentizar ligeramente tu ritmo, tendrás más tiempo para pensar la siguiente frase y menos tendencia a rellenar con muletillas.
Usa sinónimos y conectores formales: En lugar de un “pues” repetido, sustituye por conectores apropiados al contexto: “por tanto”, “así que”, “de este modo”, etc., cuando corresponda. Ojo, no abuses de muletillas académicas (no repitas “¿de acuerdo?” o “¿bien?” constantemente tampoco). Simplemente estructura tus ideas con conectores variados y naturales.
Pausa y respira: Si sientes que una muletilla está por salir (esa fracción de segundo en que vas a decir “o sea…”), mejor respira y guarda silencio breve. Continúa cuando tengas la siguiente palabra de contenido. Al tribunal no le molestará una micro-pausa, al contrario, te percibirá más tranquilo y reflexivo.
Practica en voz alta: La práctica es clave para quitar vicios del lenguaje. Ensaya tu defensa repetidas veces en voz alta, como si estuvieras ya frente al tribunal. Al escucharte, te acostumbrarás a no depender de esas coletillas. Incluso puedes practicar con público (compañeros opositores, amigos o familiares) para simular la situación real; es más fácil que surjan muletillas cuando hay nervios, así que mejor detectarlas antes del día D.
Ve al grano y habla “en limpio”. Un discurso sin “bueno… eh…” suena mucho más profesional y seguro. Si accidentalmente se te escapa alguna muletilla (somos humanos), no te alteres; sigue adelante y concéntrate en no repetirla. Con trabajo previo, lograrás minimizar estas expresiones coloquiales al punto de casi eliminarlas
, presentando así una exposición más fluida y seria.
Frases que minimizan tu trabajo o denotan negatividad
Mucho cuidado con el tono y las expresiones que usan los propios opositores para referirse a su programación o a las circunstancias educativas, porque algunas, sin darse cuenta, devalúan su propio esfuerzo o transmiten una actitud negativa. Nos referimos a frases del tipo: “Esto es solo un pequeño ejemplo”, “al fin y al cabo, los docentes no podemos hacer milagros”, “tenemos muchos problemas, por ejemplo la ratio”, “con los medios que hay, poco podemos hacer”, etc.
¿Por qué evitarlas? Porque dan la impresión de que restas importancia o valor a tu trabajo, o que vas con excusas por delante. Si tú mismo dices “solo traigo un ejemplo muy simple”, el tribunal pensará: ¿por qué solo un ejemplo? ¿No tiene más que aportar?. Si afirmas “no podemos cambiar el mundo” o enfatizas las dificultades (alta ratio de alumnos, falta de recursos, etc.), puedes proyectar una actitud derrotista o conformista, cuando lo que se espera de un futuro funcionario docente es proactividad y búsqueda de soluciones incluso en contextos difíciles. El tribunal sabe perfectamente cuáles son las limitaciones reales (muchos de sus miembros son docentes en activo), pero no está para escucharte lamentarte de ellas, sino para ver cómo las enfrentas y superas en tu programación. Como señala un preparador, en lugar de hablar de problemas o hacerte pequeñito, debes maximizar tu valor y mostrar cómo aportas tu granito de arena , Expresiones como “bueno, es solo una idea sencilla” infravaloran tu propia propuesta.
¿Por qué quitarle mérito? Si es sencilla pero eficaz, dilo con orgullo (“les presento una actividad sencilla pero de gran eficacia en el aula”). Nunca pidas perdón por el contenido de tu programación ni lo subestimes durante la defensa.
Alternativas y enfoque positivo: Replantea esas frases de manera que transmitan valor, no carencia. Por ejemplo:
En lugar de “solo es un pequeño ejemplo”, podrías decir: “les presento un ejemplo concreto de las muchas actividades de mi programación”. Suena mucho mejor “un ejemplo concreto” que “un simple ejemplo”. Y si quieres enfatizar que tienes más ideas, usa algo como “un ejemplo representativo” en vez de “un ejemplo pequeño”.
Si ibas a decir “no podemos cambiar el mundo, pero…”, intenta reformularlo positivamente: “quizá no logremos solucionar todos los problemas educativos, pero podemos mejorar significativamente la realidad inmediata de nuestro alumnado con medidas como…. Fíjate: “podemos mejorar significativamente” suena proactivo, mientras “no podemos cambiar el mundo” suena resignado. La idea de realismo es la misma, pero presentada de forma mucho más constructiva.
En lugar de quejarte “tenemos muchos problemas, por ejemplo la ratio elevada”, reconoce el desafío pero mostrando tu plan de acción: “somos conscientes de una ratio elevada, por eso en mi programación propongo organizar el aula por rincones y trabajar en grupos cooperativos para atender mejor a todos los niños”. Así conviertes un problema en la motivación de una solución, lo cual demuestra iniciativa.
Siempre que menciones una dificultad, haz que aparezca acompañada de una propuesta. Por ejemplo: “Sabemos que la implicación de las familias a veces es baja (dificultad), por ello he creado un proyecto de lectura en casa con incentivos para involucrarlas (solución)”. Esto transforma la percepción: de víctima de las circunstancias pasas a ser un docente resolutivo que aporta “su granito de arena” para mejorar la situación . Esa es la actitud que quiere ver el tribunal.
No minimices tu trabajo ni te disculpes por él. Habla con humildad pero con confianza en tus aportaciones. Cada actividad, por sencilla que sea, está en tu programación por algo: pon en valor ese porqué y demuestra convicción en que, aunque no resolvamos todos los problemas del sistema, tu propuesta sí mejora la realidad de tu aula. Esa perspectiva positiva y proactiva sumará puntos, mientras que la negatividad los resta.
Términos desactualizados o ajenos a la normativa vigente
Un aspecto técnico crucial en las oposiciones docentes es mostrar que manejas la normativa educativa vigente (leyes, decretos, currículo) y la terminología actual. Por tanto, considera prohibido usar en tu defensa oral conceptos que hayan quedado obsoletos tras los últimos cambios legislativos. La LOMLOE (Ley Orgánica 3/2020) ha introducido modificaciones importantes en el sistema educativo , y específicamente en el currículo de Infantil se han actualizado elementos a partir del curso 2022-2023 con el nuevo Real Decreto 95/2022 . Si empleas terminología antigua o referencias derogadas, podrías evidenciar desconocimiento o descuido.
¿Qué expresiones evitar? Por ejemplo, no digas “LOMCE” (Ley Orgánica 8/2013) al referirte a la ley educativa vigente, ya que la LOMCE fue modificada por la LOMLOE. Mencionar “según la LOMCE” sería un error grave de actualización. En su lugar, siempre cita la LOMLOE o simplemente “la ley educativa vigente”. Si vas a mencionar artículos de la ley, asegúrate de que corresponden a la nueva redacción de 2020, no a la anterior.
Otro término desterrado con la LOMLOE son los “estándares de aprendizaje evaluables”. La LOMLOE explícitamente eliminó los estándares de aprendizaje del currículo , volviendo a una estructura centrada en competencias, objetivos, criterios de evaluación y saberes básicos. Por tanto, no presentes en tu programación ni en tu defensa listados de estándares como se hacía con la LOMCE. En lugar de ello, habla de los criterios de evaluación y los saberes básicos (contenidos esenciales) que marca el currículo LOMLOE para Infantil. Del mismo modo, utiliza el término “competencias clave” (LOMLOE introduce nuevas competencias clave y mantiene otras) y “competencias específicas” de etapa, evitando referirte a conceptos eliminados.
Fíjate también en la nomenclatura de los documentos oficiales de tu comunidad autónoma. Muchas comunidades, alineadas con el RD 95/2022, han introducido la idea de “situaciones de aprendizaje” en lugar de las tradicionales unidades didácticas . Si tu programación está planteada por situaciones de aprendizaje (como promueve la LOMLOE), enfatiza ese término moderno. Incluso si sigues llamándoles unidades didácticas en tu defensa, puedes hacer una referencia a que se inspiran en situaciones de aprendizaje para mostrar que conoces la nueva orientación pedagógica. Por ejemplo: “He desarrollado 15 unidades didácticas o situaciones de aprendizaje integradas, acorde al enfoque competencial del currículo vigente”. Esto dejará claro al tribunal que has actualizado tu programación al marco actual.
¿Por qué evitarlos? El uso correcto del vocabulario actualizado forma parte de la evaluación . Un opositor que habla de leyes y términos desfasados puede ser penalizado por falta de rigor o de actualización profesional. Al contrario, incorporar referencias a la normativa vigente (LOMLOE, decreto de currículo) y usar la terminología actual reforzará la imagen de que dominas el contexto educativo actual.
Alternativas y enlaces útiles: Mantente al día con la normativa. Si vas a citar la legislación, nombra la LOMLOE y el Real Decreto de currículo de Infantil (incluso podrías mencionar “según el Real Decreto 95/2022, que establece las enseñanzas mínimas de Infantil”). Aludir a este RD u órdenes autonómicas pertinentes muestra precisión. Puedes incluso tener a mano copias de las páginas relevantes de la ley o currículo durante la defensa para consultarlas si el tribunal pregunta algo (muchos tribunales valoran que cites artículos o que se note que has elaborado la programación conforme a la ley).
Actualiza tu vocabulario pedagógico. Palabras prohibidas aquí serían todas las que huelan a antiguo régimen educativo: LOMCE, estándares, términos de modas pasadas que ya no se usan en el currículo, etc. Sustitúyelos por la terminología LOMLOE: situaciones de aprendizaje, ámbitos (si se menciona en tu comunidad), competencias clave y específicas, perfil de salida, situaciones significativas, y demás conceptos introducidos o reforzados por la nueva normativa. Así tu defensa oral no solo será profesional, sino también actual y acorde a la normativa, algo que el tribunal sin duda apreciará.
Clichés y frases trilladas que restan originalidad
Por último, aunque no se trata de “palabras prohibidas” por ser incorrectas, sí conviene evitar los clichés excesivamente manidos que todo el mundo repite en las oposiciones. Son esas frases hechas que quizás hayas escuchado aconsejar para iniciar o terminar la exposición, o para adornar alguna idea, pero que ya están muy gastadas. Por ejemplo: “los niños son esponjas”, “cada niño es un mundo”, “la educación es la base de la sociedad”, “enseñar valores” (dicho genéricamente), o empezar con citas célebres muy usadas (“Educar no es llenar un cubo sino encender una llama”, etc.). Si abusas de los lugares comunes, corres el riesgo de sonar igual que otros y no destacar.
¿Por qué evitarlos? Porque el tribunal, tras escuchar a decenas de candidatos, se cansa de oír las mismas muletillas bonitas pero vacías. Frases como “aprender jugando” o “metodología activa y participativa” son excelentes en sí, pero si solo las mencionas sin aportar algo personal o diferente, se percibirán como parte de un discurso prefabricado. Además, muchos clichés carecen de profundidad si no los desarrollas; por ejemplo, decir “cada alumno aprende a su ritmo” es cierto, pero si no explicas cómo atiendes tú a ritmos distintos, es solo palabrería. En definitiva, los clichés te hacen perder originalidad y pueden restar atención del tribunal, por muy correctos que sean.
Cómo afrontarlo: No significa que no puedas usar ninguna frase típica (al fin y al cabo, “aprender jugando” es un principio pedagógico importante en Infantil), pero si lo haces, inmediatamente aporta tu toque o tu explicación. Mejor aún, busca expresiones propias y genuinas para transmitir esas ideas. Un consejo de expertos es “personalizar tu presentación” y “ofrecer una perspectiva fresca y original”, evitando sonar como un discurso estándar
Por ejemplo, en lugar de soltar la cita de turno que todos han leído en Internet, quizá puedas comenzar tu introducción con una anécdota personal breve (real y relevante) que ilustre por qué amas la educación infantil o qué te motivó a ser docente. Eso engancha más que un cliché y es único tuyo. O si quieres resaltar un valor, hazlo contando una micro-historia de aula en lugar de decir “hay que educar en valores” genéricamente.
Otro cliché es estructurar la presentación de forma demasiado rígida y anunciativa: “A continuación, les presento los objetivos… luego pasaré a la metodología…”. Si bien es correcto guiar al tribunal, esa fórmula tan literal se repite mucho. En lugar de enumerar tus secciones al estilo opositor robot, puedes integrarlas en un discurso más narrativo. Confía en que el hilo conductor claro (que es obligatorio) le hará entender al tribunal en qué parte estás, sin necesidad de recitar cada epígrafe.
Sé auténtico. Usa un lenguaje natural pero profesional, mostrando tu propia voz y tus convicciones pedagógicas, más allá de frases comodín. Evitando los clichés demostrarás originalidad y personalidad, cualidades que pueden hacer que el tribunal te recuerde positivamente.
Consejos finales para pulir tu defensa oral
Ya identificadas las palabras y expresiones a evitar, toca trabajar activamente en tu comunicación para que el día de la defensa tu discurso salga redondo. Aquí van algunos consejos prácticos finales:
Grábate durante los ensayos: Es uno de los tips más eficaces. Tómate con seriedad un simulacro de exposición oral: prepara tu espacio, cronometra el tiempo y graba en audio o video tu intervención completa. Luego escúchate (o mírate) con espíritu crítico y una libreta en mano. Detectarás tus propias muletillas, los momentos donde dudas o te trabas, e incluso palabras que repites demasiado. Cada persona tiene sus “vicios” particulares de lenguaje; identificar los tuyos es el primer paso para corregirlos . Puede que descubras que dices “entonces” diez veces, o que abusas de “un poco” al describir (ej. “un alumno un poco disperso”). Con esa consciencia, podrás corregirlos en el siguiente ensayo.
Pide feedback a terceros: Si es posible, realiza tu exposición de prueba frente a alguien de confianza (un compañero opositor, un familiar, etc.). Pídeles que te señalen si han notado expresiones coloquiales, si han entendido todo, o si hubo partes flojas. A veces estamos tan inmersos en la preparación que perdemos perspectiva. Alguien “desde fuera” puede decirte, por ejemplo: “mencionaste tres veces que algo era importantísimo, quizás podrías variar ese término”. Ese tipo de observaciones te ayudará a refinar la variedad léxica y evitar repeticiones innecesarias.
Enriquece tu vocabulario didáctico: Revisa los términos técnicos de tu programación y ten a mano sinónimos para no repetir siempre la misma palabra. Por ejemplo, si notas que dices “actividad” en cada frase, puedes alternar con “propuesta”, “tarea”, “experiencia”, dependiendo del contexto. Así demuestras riqueza léxica. Eso sí, no uses palabras rebuscadas que ni tú controlarás en directo; mantente en un registro que domines. El equilibrio es un lenguaje preciso pero que fluya naturalmente.
Practica la entonación y el énfasis: A veces no es qué dices, sino cómo lo dices. Asegúrate de enfatizar las ideas clave de tu defensa. Por ejemplo, cuando presentes tus puntos fuertes (esa innovación metodológica, o ese proyecto integrador estrella de tu programación), muéstrate entusiasmado y deja clara su importancia (con justificación, como ya aprendimos). Modula la voz para no sonar monótono. Esto evitará que, por muy técnico que sea tu lenguaje, resulte plano o aburrido. El tribunal agradecerá una exposición amena dentro de la formalidad.
Recuerda que el contenido es rey: Todos estos consejos lingüísticos serán la guinda, pero no olvides que sin un buen contenido didáctico, no hacen milagros. Si tu programación didáctica no está bien concebida, por mucho que evites palabras prohibidas, la nota no será alta. Lo primero es haber elaborado una programación completa, coherente, ajustada al currículo y con propuestas de calidad. Partiendo de esa base, pulir la comunicación te dará puntos extra (porque todos los detalles cuentan). Pero si la base falla, el lenguaje por sí solo no convencerá. Ten esto en mente: forma y contenido van de la mano en la defensa oral.
Trabaja el cómo dices las cosas sin descuidar el qué. Con un contenido sólido y un lenguaje afinado, llevarás tu defensa oral al siguiente nivel.
En conclusión, preparar la defensa oral de las oposiciones de Infantil implica atender tanto al fondo como a la forma. En este artículo hemos descubierto que ciertas “palabras prohibidas” – términos imprecisos, muletillas coloquiales, expresiones de duda, frases negativas o clichés – pueden restarte muchos puntos si las usas ante el tribunal. Ahora ya sabes por qué debes evitarlas: porque el tribunal busca claridad, seguridad, originalidad y adecuación al contexto profesional en tu discurso. También cuentas con alternativas y estrategias para reformular tus ideas de manera más precisa y profesional, alineándolas con los criterios de evaluación (como el uso de vocabulario técnico y actualizado).
Ha llegado el momento de poner en práctica lo aprendido. Te invitamos a revisar tu guion de exposición oral con lupa, detectar cualquier expresión inadecuada y sustituirla por alguna de las opciones que te hemos sugerido. Practica, grábate, corrige y vuelve a intentar. Verás cómo, ensayo tras ensayo, tu defensa gana en solidez y confianza. Imagina al tribunal escuchándote presentar una programación didáctica con un lenguaje seguro, claro y apasionado: entenderán tu mensaje y apreciarán tu preparación. Cuida cada palabra porque de ellas dependerá en parte tu éxito. Si evitas estos errores comunes de lenguaje y muestras tu mejor versión profesional, estarás mucho más cerca de conquistar tu plaza de maestro de Infantil. ¡Adelante, es tu oportunidad para brillar en la exposición oral! 🏅👩🏫👨🏫
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