Claves del lenguaje no verbal para brillar en tu defensa oral de oposición de Educación Infantil
- OPOSICIONES INFANTIL
- hace 1 día
- 18 Min. de lectura

Entras en la sala y ves al tribunal de tu oposición de Educación Infantil mirándote. Tu corazón late a mil por hora, las manos te sudan y la voz amenaza con temblar. ¿Te suena? Después de meses (o años) de estudio –muchos días robando horas al sueño tras acostar a tus hijos o compaginando temario con el trabajo– ha llegado tu gran momento. En esos minutos de exposición oral no solo importan los contenidos que has preparado; tu comunicación no verbal puede marcar la diferencia. Una mirada firme, una sonrisa natural o una postura segura pueden transmitir más confianza que mil palabras, mientras que un gesto nervioso puede delatar tus dudas al instante. En este artículo vamos a desmenuzar el lenguaje corporal en oposiciones: te contaremos qué hacer y qué evitar frente al tribunal para proyectar seguridad, cercanía y profesionalidad. Prepara tus gestos y tu actitud, porque vamos a convertir esos nervios en tu mejor aliado. ¡Tú puedes lograrlo!
La importancia del lenguaje corporal en las oposiciones de Educación Infantil
Tu expresión corporal ante el tribunal dice mucho de ti incluso antes de pronunciar la primera palabra. De hecho, diversos expertos señalan que en la comunicación humana el lenguaje no verbal tiene un peso enorme. Según los estudios clásicos del psicólogo Albert Mehrabian, en situaciones emocionales solo el 7% del mensaje corresponde a las palabras, mientras que un 38% se atribuye al tono de voz y un 55% al lenguaje corporal . Aunque esta “regla 7-38-55” tiene sus matices, nos recuerda la inmensa influencia que tienen los gestos, la postura y la mirada en la impresión que causas. En un proceso tan competitivo como una oposición, cada detalle cuenta.
Además, la oposición oral no consiste solo en “soltar” tu temario. Es tu oportunidad de demostrar no solo lo que sabes, sino también cómo lo comunicas. El tribunal evaluador busca candidatos con dominio del contenido y con habilidades pedagógicas y comunicativas. Piensa que vas a ser docente: necesitarás transmitir las ideas de forma clara y convincente. Por mucho que cites la normativa vigente (por ejemplo, el Real Decreto 95/2022 que establece el currículo de Infantil), de poco sirve si no convences al tribunal con una exposición segura y entendible. Como afirma un conocido formador de oposiciones, “La oposición no es un proceso de selección para valorar quién es el mejor, sino de quién se vende mejor. Es un mero proceso comercial” (Llach, 2015). En otras palabras: no basta con ser buen maestro, también tienes que parecerlo ante quienes te evalúan.
Por eso, trabajar tu lenguaje corporal es fundamental. Una buena comunicación no verbal en la oposición te ayudará a conectar con el tribunal, reforzar tu mensaje y destacar frente a otros opositores. Veamos a continuación qué debes hacer para utilizar tu cuerpo a tu favor y, posteriormente, qué errores debes evitar a toda costa en tu actuación ante el jurado.
Qué debes hacer: lenguaje corporal positivo frente al tribunal
Tu objetivo es transmitir seguridad, cercanía y confianza con tu comunicación no verbal durante la prueba oral. Aquí tienes una lista de cosas que SÍ debes hacer con tu lenguaje corporal cuando estés delante del tribunal:
Mantén una postura abierta y erguida: Colócate de pie con la espalda recta y los hombros relajados, evitando encorvarte. Una posición erguida, con el pecho abierto, refleja seguridad y predisposición. Plantéate como si un hilo tirara suavemente de tu coronilla hacia arriba. Además, sitúate de frente al tribunal, con los brazos descruzados y las manos visibles. Esta postura abierta denota confianza y transparencia. (Imagínate hablando con un alumno: ¿le inspirarías confianza si te encoges o escondes las manos?). Una buena postura corporal te hará sentir más fuerte por dentro y proyectará una imagen profesional al tribunal
Contacto visual con todos los miembros del tribunal: Mira al tribunal al hablar, repartiendo la mirada de forma equilibrada entre todos los evaluadores. El contacto visual es la herramienta más poderosa para conectar: transmite interés, respeto y convencimiento . No mires al suelo, al techo ni solo a tus notas –eso indica inseguridad o desconexión–. En su lugar, dirige la mirada a cada miembro del tribunal durante unos segundos de forma amable y natural. Puedes acompañar con leves sonrisas o asentimientos cuando corresponda, mostrando una actitud cercana y profesional. Si te pone muy nerviosa la mirada directa, un truco es mirar al entrecejo de la persona (desde su perspectiva parece que mantienes contacto ocular). Recuerda: ellos quieren escucharte; míralos para incluirlos en tu exposición.
Sonríe y cuida tu expresión facial: Tu cara es el espejo de tus emociones, así que úsala a tu favor. Comienza la exposición saludando con una sonrisa cordial (¡sincera, no forzada!). Una sonrisa ligera al inicio rompe el hielo, genera cercanía y demuestra entusiasmo. Mantén un semblante afable y expresivo, acorde con lo que dices: por ejemplo, muestra entusiasmo cuando hables de actividades motivadoras y seriedad al explicar algo formal. Evita, eso sí, cualquier mueca de disgusto o sorpresa inadecuada. Activar tu expresión facial antes de entrar (puedes masajear ligeramente tu rostro y “despertar” tu sonrisa frente al espejo) te ayudará a parecer más tranquil@ y confiado. Recuerda que un rostro amable invita al tribunal a confiar en ti.
Gesticula de forma natural (usa las manos para apoyar tu discurso): No temas acompañar tus palabras con gestos de las manos y brazos, siempre que sean naturales y moderados. Unas manos que se mueven con intención pueden reforzar las ideas clave de tu exposición. Por ejemplo, puedes enumerar puntos contando con los dedos, o hacer un gesto amplio de apertura al hablar de inclusión, etc. Estos gestos visuales ayudan al tribunal a seguirte y aportan fuerza a tu mensaje. Mantén las manos a la vista (evita esconderlas en bolsillos o detrás del cuerpo) y procura que los movimientos sean fluidos y coherentes con lo que dices. Si tiendes a quedarte con las manos rígidas, prueba a sostener un bolígrafo o el puntero de la presentación digital como “atrezzo”, así tendrás algo que hacer con ellas sin parecer estático. Lo importante es que tus gestos sean naturales y espontáneos, evitando lucir artificial. Como recomiendan los expertos: “Mantén una postura abierta y relajada. Usa tus manos para reforzar tus palabras y establece contacto visual con el tribunal”
Movilidad y uso del espacio con moderación: Dependiendo de las normas de tu tribunal, es posible que puedas moverte ligeramente durante la exposición (por ejemplo, acercarte a señalar algo en la pizarra o moverte hacia un lado del atril). Si es así, aprovecha el espacio de manera consciente: caminar uno o dos pasos al cambiar de sección de tu tema puede dar dinamismo. Muévete con intención, no de forma errática; por ejemplo, acércate al tribunal cuando quieras enfatizar un punto (sin invadir su espacio personal, hablaremos de eso enseguida) y retrocede suavemente al concluir esa idea. Este cambio de posición, si es sutil, mantiene al tribunal atento. Por otro lado, evita quedarte totalmente estática como una estatua; moverse un poco te ayudará a liberar tensión. Piensa en la exposición casi como una clase: puedes situarte cerca de la mesa cuando muestres material didáctico y luego moverte hacia el centro al retomar la explicación. Siempre con naturalidad, sin pasearte excesivamente. Si no te permiten moverte del sitio, al menos varía tu orientación corporal ligeramente hacia cada miembro del tribunal según hablas, para “incluir” a todos.
Voz clara y pausada, aliada de tu lenguaje corporal: Aunque la voz se suele considerar comunicación verbal, en realidad aspectos como el tono, el volumen o el ritmo son comunicación no verbal (paralingüística) y complementan tu lenguaje corporal. Habla con un tono de voz firme (que se te oiga bien, proyectando la voz) pero cercano. Vocaliza y articula cada palabra, evitando hablar demasiado rápido. Utiliza las pausas y el silencio estratégicamente para respirar y dar énfasis – esto, además de calmar tus nervios, denota autocontrol. Una voz bien modulada, que subraya las ideas importantes con variaciones de entonación, mantiene al tribunal enganchado y transmite pasión por lo que dices. Recuerda: una buena oratoria apoyada por el lenguaje corporal potencia tu mensaje al máximo. (Consejo: Si notas que la voz tiembla al inicio, tómate un segundo, haz una respiración profunda y arranca de nuevo con un volumen ligeramente más alto del normal para “coger seguridad”.)
Demuestra cercanía y empatía comunicativa: Aunque estés en un contexto formal, no olvides que le hablas a personas. Muestra entusiasmo al explicar tus propuestas, haz pequeños guiños al tribunal del tipo “como bien sabemos los maestros de infantil, a veces nos toca hacer de actores de teatro… (sonríes)”. Este tipo de comentarios breves (sin excederte) humanizan tu exposición. Si cometes algún fallo (por ejemplo, se te cae un papel o dices mal una palabra), no te derrumbes: puedes incluso reconocerlo con naturalidad y seguir adelante – eso demuestra control y cercanía. Conecta emocionalmente: hazles ver que sientes pasión por la educación, que entiendes los desafíos de enseñar a niños pequeños y que estás deseando aportar tu granito de arena. Esa vibra positiva también forma parte de tu lenguaje no verbal (se refleja en tus ojos brillantes, en tu sonrisa al hablar de “tus peques”, en tu energía al explicar una actividad divertida). Un tribunal que ve a una persona auténtica y motivada estará más inclinado a valorar positivamente tu actuación.
Qué debes evitar: errores de comunicación no verbal en la oposición oral
Ahora que hemos visto los “aciertos”, es igual de importante conocer los errores de lenguaje corporal que debes EVITAR delante del tribunal. Aquí van los más comunes (¡toma nota para no caer en ellos!):
Cruzar los brazos o encogerte sobre ti mism@: Una postura cerrada (brazos cruzados, hombros hundidos, piernas excesivamente juntas) envía el mensaje equivocado. Refleja defensividad, inseguridad o rechazo. Del mismo modo, no escondas las manos ni las mantengas en los bolsillos durante la exposición. Estos gestos le dicen al tribunal (aunque no quieras) que estás incómodo o a la defensiva. Incluso si los nervios te invitan a hacerte “pequeñit@”, evita encoger el cuerpo. Mantener los brazos cruzados, por ejemplo, puede dar la impresión de desconfianza o de que quisieras poner una barrera. Tip: si te descubres cruzándolos, sujeta el folio de tu guion con ambas manos separadas para obligarte a mantener una postura más abierta.
Gestos nerviosos repetitivos o “muletillas” corporales: Mucho cuidado con esos ticks o manías que todos podemos tener cuando estamos nerviosos, porque el tribunal los notará. ¿A qué nos referimos? A cosas como enroscarte un mechón de pelo continuamente, morderte las uñas, jugar con el bolígrafo, golpear el suelo con un pie, ajustarte las gafas a cada rato, rascarte la cara o la oreja, etc. Son gestos generalmente inconscientes, pero transmiten claramente intranquilidad e inseguridad . Lo peor es que pueden distraer mucho la atención de quien te escucha. Evita estas muletillas corporales a toda costa. El primer paso es identificarlas: ensayando frente al espejo o grabándote, podrás descubrir si haces alguna. Pide feedback a tu preparador o a amigos: “¿Notáis si hago algún gesto raro cuando expongo?”. Una vez identificados, conciencia plena: por ejemplo, si sabes que sueles tocarte el pelo, llévalo recogido el día de la exposición; si tiendes a jugar con un anillo, considera dejarlo en casa para no tentarte. Domina tus gestos para que no cuenten una historia de nervios distinta a la historia de seguridad que quieres transmitir.
Mirar al suelo, al techo o evitar la mirada del tribunal: ¡Ojo con la mirada! Si evitas mirar a los evaluadores, ellos pueden interpretar desinterés, falta de respeto o puro miedo escénico. Sabemos que imponer la mirada puede dar vergüenza cuando estás muy nerviosa, pero obligarte a mantener el contacto visual es crucial. No fijes la vista en tus papeles continuamente (da sensación de lectura mecánica) ni la pierdas en el infinito del techo. Tampoco te quedes mirando solo a un miembro del tribunal porque descuidarás al resto y puede resultar incómodo. Lo correcto es ir alternando la mirada de forma natural entre todos. Si en algún momento notas que te bloqueas y tiendes a bajar la mirada, termina la frase que estés diciendo, toma aire, sonríe levemente y vuelve a elevar la vista hacia ellos. Demostrarás que retomas el control. Recuerda: tus ojos también hablan. No dejes que digan “estoy muert@ de miedo y quiero que esto acabe”, cuando pueden decir “soy un/a profesional segur@ de sí mism@ y confío en mi preparación”.
Abusar de movimientos bruscos o “paseos” sin sentido: La otra cara de quedarse rígido es moverse en exceso o de forma errática. Algunos opositores, fruto de los nervios, empiezan a balancearse, a cambiar el peso de una pierna a otra constantemente (efecto mecedora), a dar pasos adelante y atrás sin ton ni son, o a gesticular de manera exagerada y rápida. Estos movimientos bruscos o repetitivos son contraproducentes: distraen al tribunal y proyectan nerviosismo. Evita “bailotear” o balancearte; si notas que lo haces, planta ambos pies firmes en el suelo y respira. Tampoco te pasees demasiado: no estás en un escenario de TED Talk (y aunque lo estuvieras, también habría que moverse con propósito). Si caminas, que sea con intención clara (por ejemplo, acercarte al mapa que vas a mostrar) y luego quédate quiet@ un momento. Por último, no gesticules de forma exagerada: mover las manos está bien, pero si parecen molinos de viento restarán seriedad a tu discurso. Cuida que tus gestos tengan pausas; por ejemplo, haces un gesto para enfatizar una idea y luego bajas las manos, en lugar de mantenerlas agitándose todo el rato.
Invadir el espacio personal del tribunal: En tu afán de cercanía, puedes cometer el error de acercarte demasiado a la mesa del tribunal o al espacio que ocupan. Esto puede hacer que se sientan incómodos. Respeta siempre una distancia prudente. Los expertos en comunicación no verbal hablan de la proxémica, es decir, la distancia adecuada según el contexto. En un examen oral formal, lo recomendable es mantener al menos un metro y medio de distancia con los evaluadores. Si necesitas acercarte para entregar o mostrar algo (por ejemplo, un material didáctico), hazlo de manera puntual, pero no permanezcas pegad@ a ellos. Entrega tu material con cortesía diciendo “si me permiten, les acerco este póster para que lo vean mejor” y luego retrocede nuevamente a tu posición. No invadas su “burbuja” personal más de lo necesario. Una distancia adecuada comunica profesionalidad y respeto.
Descuidar tu apariencia o lenguaje corporal “externo”: Aunque nos hemos centrado en gestos y posturas, no olvides aspectos como la vestimenta y el cuidado personal, que forman parte de la impresión global. Evita ropa que te haga sentir incómoda (si cada dos minutos tienes que recolocarte la blusa o los tacones te impiden moverte con naturalidad, afectarás a tu comunicación no verbal). Tampoco lleves prendas o accesorios demasiado llamativos que distraigan (el protagonista debes ser tú, no tus pendientes gigantes). Vístete de forma profesional pero cómoda, acorde a lo que se espera de un maestro/a de infantil: ropa neutra, limpia y planchada, que te permita moverte con soltura. Y muy importante: descansa bien la noche anterior. Presentarte con ojeras hasta el suelo o somnoliento afecta no solo a tu salud, sino también a tu expresión corporal (estaremos más encorvados, con rostro cansado y mente menos lúcida). No cometas el error de repasar toda la noche previa; un descanso adecuado te permitirá estar fresca/o y con la energía necesaria para que tu lenguaje corporal proyecte vitalidad.
Dejar que los nervios dominen tu comunicación: Este punto resume todos los anteriores. Si permites que la ansiedad te controle, tu cuerpo lo gritará: voz titubeante, manos temblorosas, mirada huidiza… Por eso, no te olvides de gestionar tus nervios (más adelante profundizamos en técnicas para ello). Lo que debes evitar es entrar en pánico escénico: si sientes que te bloqueas, no te rindas ni te disculpes mil veces; respira, sonríe un instante y continúa. Jamás digas frases negativas en voz alta como “¡ay perdón, qué nervios tengo!” o “lo siento, me he liado, es que estoy muy nerviosa”. Evita proclamar tus nervios; el tribunal ya entiende que es una situación tensa, no hace falta recordárselo a cada paso. Mantén la compostura aunque por dentro vayas en una montaña rusa. ¿Y si te quedas en blanco? Evita bloquearte en silencio total; pide un instante para recopilar tus ideas (“permítanme unos segundos para retomar, por favor”) y mientras tanto, no bajes la mirada ni te desmorones, mantén la postura y vuelve a tus notas para reconducir la exposición. Lo importante es no transmitir derrota. Todos somos humanos y podemos tener lapsus, pero tu lenguaje corporal debe decir: “No pasa nada, continúo adelante con seguridad”.
Consejos para controlar los nervios y proyectar confianza
Llegados a este punto, tal vez estés pensando: “Todo suena genial en teoría, pero ¿cómo hago para no ponerme nerviosa y realmente aplicar estos consejos el día D?”. Tranquilidad: los nervios en la oposición son normales y nos pasan a (casi) todos. La clave está en controlarlos para que jueguen a tu favor en lugar de sabotearte. Aquí van algunos consejos prácticos para lograrlo:
● Entrena previamente tu comunicación no verbal: Así como ensayas el contenido de tu tema y tu programación, ensaya también la forma de exponer. Haz simulacros de examen oral frente a un pequeño “tribunal” de confianza: puede ser tu preparador, tu familia, amigos o incluso compañeros opositores vía Zoom. Pídeles que sean objetivos y te den feedback específico sobre tu lenguaje corporal: ¿estás moviendo demasiado las manos? ¿Se te oye bien? ¿Mantienes la sonrisa o pareces muy seria/o? También puedes grabar en vídeo tus ensayos; luego mírate con ojo crítico (aunque dé vergüenza) para detectar esos detalles que en caliente no notas. Practicar una y otra vez desensibiliza el miedo escénico. Cuanto más familiar te resulte ponerte de pie y “performar” como si estuvieras ante el tribunal, menos te temblarán las piernas el día real . Piensa que estás adquiriendo memoria muscular y mental: llegará un momento en que tu cuerpo “sepa” colocarse y comunicarse casi en automático, porque lo has repetido muchas veces. Ese hábito te dará confianza.
● Técnicas de relajación antes y durante la prueba: Incorpora alguna estrategia antiestrés en tu rutina pre-examen. Por ejemplo, practica ejercicios de respiración profunda: inhalar por la nariz durante 4-5 segundos, sostener el aire 2-3 segundos y exhalar suavemente por la boca otros 5-6 segundos. Repite varias veces. Esto ayuda a oxigenar el cerebro y reducir la tensión física en minutos. Otra técnica útil es la visualización positiva: cada noche, imagina vívidamente que entras al examen serena/o, que expones con aplomo y que el tribunal te escucha interesado (visualiza incluso sus gestos asintiendo y sonriendo). Esta “película mental” refuerza la confianza y prepara a tu mente para el éxito. El día del examen, antes de entrar, puedes hacer un breve ejercicio de relajación muscular: contrae fuerte todos los músculos de tu cuerpo durante 5 segundos y luego suéltalos de golpe; repite un par de veces. Esto libera la tensión acumulada. ¿Y durante la exposición? Si notas que los nervios te atacan a mitad de discurso (por ejemplo, la voz se te quiebra o tu mente va demasiado rápido), no dudes en pausar un par de segundos, tomar aire y continuar más despacio. Usar las pausas no te resta puntos; al contrario, demuestra que tienes el control. Un sorbo de agua (si te permiten tenerla) también puede dar un respiro para recomponerte.
● Controla el diálogo interno: pensamiento positivo siempre: Tu peor enemigo a veces puede ser esa vocecilla interna diciéndote “va a salir mal”, “me voy a equivocar”, “no valgo para esto”. Hay que callar a esa voz derrotista y sustituirla por un auto-lenguaje positivo. Desde días antes, repite afirmaciones como: “He preparado esto, estoy list@, voy a hacerlo bien”. En lugar de enfocarte en qué podría fallar, enfócate en qué harás bien. Recuerda que es normal estar nervioso y el tribunal lo espera como algo natural – nadie se sorprende de que tengas cierta ansiedad, así que no te agobies por “ay, lo notarán” Lo importante es que esos nervios no te paralicen. Acéptalos: piensa “sí, estoy nerviosa/o, es porque me importa, pero puedo manejarlo”. Como dice el psicólogo Walter Mischel, “El motor del éxito es decirnos a nosotros mismos: creo que puedo”. Repítete ¡yo puedo! las veces que haga falta, porque actitud y confianza van de la mano. Un pequeño truco de programación neurolingüística: antes de la prueba, ponte frente al espejo, mírate a los ojos y dile en voz alta a tu reflejo frases de ánimo (“vamos allá”, “puedes con esto”, “eres la mejor opción para esa plaza”). Puede sonar tonto, pero verás cómo te empodera.
● Planifica los detalles y evita imprevistos de última hora: Parte de los nervios vienen de temer a lo desconocido. Reduce esa incertidumbre cerrando todos los flecos con antelación. Por ejemplo: visita el lugar del examen si es posible días antes (para familiarizarte); deja preparada la ropa y materiales la noche anterior; lleva material de apoyo extra por si acaso (copias de tu programación, marcadores, etc.); llega con tiempo suficiente el día del examen para no añadir estrés por tardanzas. Si sabes exactamente qué va a ocurrir (al menos en lo logístico), tendrás una cosa menos de qué preocuparte. Así podrás centrarte en tu exposición y en controlar tu comunicación, en vez de estar pensando “¿entraré a la hora?, ¿me fallará el pendrive?, ¿se me olvidó tal cosa?”. Organización = tranquilidad.
● Cuida de ti mism@ en los días previos: Finalmente, recuerda que tu cuerpo eres tú. Si quieres que el día del examen se comporte como quieres (firme, estable, energético), debes tratarlo bien. Duerme lo suficiente las noches anteriores, come ligero y sano las horas previas (ni con el estómago vacío que te pueda dar un mareo, ni con una comida pesada que te haga sentir mal), evita exceso de cafeína si sabes que te pone más nervioso, y mantente hidratado. El ejercicio físico moderado en la semana previa también ayuda a canalizar tensiones acumuladas: un paseo, algo de yoga o estiramientos pueden ser muy beneficiosos. Llegarás al día clave en mejor estado físico y mental, lo que repercute directamente en que tu lenguaje corporal esté bajo control. Recuerda: el día de la exposición eres un atleta compitiendo; ¡tu cuerpo y mente deben estar en plena forma para dar el 100%! 😉
Preguntas frecuentes sobre lenguaje corporal en oposiciones
¿Cómo puedo controlar los nervios en la prueba oral de la oposición?
Es normal sentir nervios antes y durante la exposición oral. Para controlarlos, te ayudarán técnicas como la respiración profunda (inhala, exhala lentamente varias veces antes de comenzar), hacer pausas durante el discurso para recolocar tu ritmo y, sobre todo, ensayar mucho previamente. Cuanto más practiques tu exposición en condiciones similares (con público simulado, con tiempo limitado, etc.), más confianza ganarás y menos te afectarán los nervios. Antes de entrar, puedes realizar algún ejercicio de relajación (por ejemplo, tensión-distensión muscular o visualizaciones positivas). Y recuerda: un poco de adrenalina es incluso buena para activarte, solo debes impedir que te domine. Si sientes que los nervios te invaden en pleno examen, tómate un segundo: haz una pausa, respira, sonríe, y continúa como si nada. ¡Tú llevas las riendas, no tus nervios!
¿Dónde miro durante la exposición oral si me pongo nerviosa al mirar al tribunal?
Lo ideal es mirar a los miembros del tribunal a la cara, distribuyendo la mirada entre todos. Entendemos que puede imponer, pero es importante mostrar seguridad visual. Si te cuesta mantener la mirada por mucho tiempo, puedes alternarla: mira unos segundos a uno, luego pasa a otro, etc. Un truco es fijarte en el entrecejo o la nariz de la persona en lugar de directo a los ojos; así parece que la miras sin sentir tanta intimidación. También puedes apoyar la vista brevemente en materiales de apoyo (por ejemplo, señalar tu presentación) para descansar la mirada y luego volver a ellos. Lo que debes evitar es mirar al suelo, al techo o hablarle solo al papel, porque eso sí evidencia inseguridad. Practica mirando al público en tus ensayos; con el tiempo te sentirás más cómoda. Piensa que el tribunal quiere que les mires, así se sienten incluidos en tu exposición. ¡Mirarlos con confianza es empezar a ganar puntos!
¿Qué hago con las manos al exponer ante el tribunal?
Las manos pueden ser grandes aliadas si las usas bien. Lo primero es no esconderlas: nada de bolsillos ni detrás de la espalda, porque transmite desconfianza. Lo segundo, úsalas para gesticular de forma natural. Puedes emplear gestos para enumerar (contando con los dedos), para señalar un material o ilustrar una idea (por ejemplo, hacer el gesto de “comillas” si citas algo textual, o simular con la mano una altura al hablar de “subir el nivel”). Cuando no las estés usando activamente, mantenlas relajadas. Puedes dejarlas caer a los lados naturalmente o apoyarlas suavemente sobre la mesa/atril si lo hay. Si te notan muy inquieta con ellas, sostener algún objeto discreto (un bolígrafo, un puntero) puede darte seguridad, pero evita estar clickeando el bolígrafo o moviendo papeles nerviosamente. También es importante evitar gestos bruscos o exagerados con las manos que puedan distraer o parecer agresivos (nada de señalar con el dedo índice al tribunal, por ejemplo). En resumen: manos a la vista, con gestos moderados que refuercen tu discurso. Si no sabes qué hacer con ellas en algún momento, simplemente déjalas reposar juntas de forma neutra… ¡y adelante con la siguiente idea!
¿Cuánto influye el lenguaje corporal en la nota de la oposición?
Aunque en la rubrica oficial de la oposición docente normalmente no verás un apartado explícito que diga “Lenguaje corporal – X puntos”, la realidad es que influye de manera indirecta pero poderosa. El tribunal valora la claridad comunicativa, la seguridad, la convicción con la que expones… y todo eso se percibe en gran medida a través de tu voz y tu comunicación no verbal. Un candidato que domina el tema pero lo explica con dudosa seguridad (voz temblorosa, sin mirar, encogido) puede no causar tan buena impresión como otro que, con conocimientos similares, se expresa de forma clara y apasionada. Ten en cuenta que el tribunal es humano: si consigues engancharlos con tu presentación (gracias a tu buena comunicación verbal y no verbal), es más fácil que vean con mejores ojos tus ideas y tu preparación. Por el contrario, si tu lenguaje corporal transmite desconfianza o apatía, puede jugarte en contra porque “no llega” tu mensaje. Dicho esto, no hay una puntuación numérica por gesticular bien o mal, pero sí influye en la impresión global que dejes. Y esa impresión global puede ser el factor que te haga destacar para bien (o para mal) frente a otros opositores de nivel parecido. Así que dedícale la importancia que merece.
¿Es importante el lenguaje corporal en la entrevista de la oposición docente?
¡Sin duda! Algunas especialidades o fases de oposición incluyen una entrevista personal (por ejemplo, en concursos de méritos o para ciertas plazas específicas). En estos casos, las recomendaciones de lenguaje corporal son las mismas. En una entrevista, además de las palabras, el entrevistador se fija en cómo te comportas: que tu apretón de manos (si lo hay) sea firme y cordial, que te sientes con buena postura (espalda recta, ligeramente inclinado/a hacia adelante mostrando interés), que mantengas el contacto visual al responder, etc. Debes transmitir honestidad y entusiasmo con tu expresión corporal. Evita gestos defensivos (como cruzar brazos) o parecer excesivamente rígido. Muestra cercanía: sonríe cuando corresponda, asiente con la cabeza mientras te hablan para demostrar que escuchas. En definitiva, todo lo que hemos comentado aplica también en una entrevista de oposición docente. Piensa que, más allá de evaluar tus méritos, en una entrevista quieren conocerte como persona y profesional: tu lenguaje no verbal será clave para proyectar confianza, empatía y profesionalidad. Así que prepáralo igual que prepararías una entrevista de trabajo. ¡Demuestra con tus gestos que eres el docente ideal!
En conclusión, el lenguaje corporal en oposiciones es un aspecto que puedes entrenar y mejorar, al igual que estudias el temario o preparas tu programación didáctica. Aplicando todos estos consejos, lograrás que tu mensaje llegue al tribunal con fuerza, claridad y autenticidad. Recuerda que no se trata de fingir ser alguien que no eres, sino de potenciar lo mejor de ti y presentarlo de forma segura. Piensa que cada opositor que admiras también sintió mariposas en el estómago, pero supo canalizarlas para brillar en su actuación. Llegado el día, confía en todo el trabajo previo realizado. Haz de tu pasión tu profesión, como dice el lema: muestra ese amor por la enseñanza infantil en tu mirada, en tu sonrisa y en cada palabra. Puede que el camino de la oposición no sea fácil (de hecho, sabemos que es duro), pero sin duda merecerá la pena cuando estés más cerca de tu sueño. Mantén una actitud positiva hasta el final: ¡tú puedes con esto! 🤗
Ahora es tu turno: pon en práctica estas recomendaciones y sal ahí a conquistar al tribunal con tu presencia. ¡Mucho ánimo, futuro/a profe! Si te ha gustado este artículo, te invitamos a comentar aquí abajo con tus experiencias o dudas (estaré encantado de leerte), compartirlo con otros opositores que puedan necesitar estos consejos, y suscribirte al blog para no perderte más guías útiles en tu preparación. Recuerda: cada esfuerzo que haces te acerca un paso más a tu plaza. ¡A por todas! 💪✨
Comments